LA CRUZADA DE NEVILLE

LA CRUZADA DE NEVILLE

lunes, 28 de noviembre de 2011

REPLICA AL PARACAIDISTA JORDÁ






Como todos Vds conocen el señor Jordá Pardo es un ardiente defensor del señor Cuesta Toribo recientemente destituido de la dirección del museo etnográfico de Grandas de Salime.

Ambos forman parte de “las tropas paracaidistas” que han asolado el patrimonio histórico-arqueológico y etnográfico del Principado.

Una buena muestra de la amistad que les une es la siguiente y delirante declaración:

“Es normal emplear papel higiénico para proteger los restos de excavaciones” y aqui tienen vds el enlace donde manifiesta tan singular opinión.

http://www.lne.es/gijon/2010/07/06/jorda-normal-papel-higienico-proteger-restos-excavaciones/938842.html

En este otro enlace pueden llegar vds a hacerse una idea de la magnitud del desastre que destruyó buena parte del legado cilúrnigo en lengua celta (los caldereros).

http://plataforma-angel-villa.blogspot.es/1299417120/

Sobran estos dos enlaces para darse una idea de la amistad que une a estos dos comandos paracaidistas.

A continuación las declaraciones del señor Jordá Pardo efectuadas en el año 2.009 y que no difieren mucho de la línea argumental de la Jefa Suprema de todas las fuerzas paracaidistas y ex Generalísima del Gulag Cultural Arecista, señora Fdez Ochoa.

8-Agosto-2009 “La presencia romana en Asturias es más importante de lo que la historiografía tradicional ha querido ver”

http://www.divulgauned.es/spip.php?article131

esús F. Jordá Pardo, profesor de Prehistoria y Arqueología, UNED.

8 de agosto de 2009

La Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en el curso de verano titulado “Historia de dos ciudades”, celebrado en sus dependencias de Cabueñes, dedicó tres jornadas a presentar el estado de la cuestión sobre el origen de las dos mayores poblaciones asturianas.

El profesor Jesús F. Jordá Pardo, director de este encuentro, está convencido de que hay relevantes elementos para el debate. Los últimos hallazgos arqueológicos en los cascos fundacionales de Oviedo y Gijón obligan a revisar y matizar algunas conclusiones históricas que se daban por seguras.

¿Cuál es el objetivo del curso?

Analizar las novedades arqueológicas sobre el origen urbano de Gijón y Oviedo. El caso gijonés es conocido y está perfectamente documentado, más con las investigaciones de los últimos veinte años: la ocupación de la Campa Torres en la Edad del Hierro y el establecimiento romano en la época de Augusto. La fundación de Oviedo se ha venido atribuyendo a los monjes Máximo y Fromestano, en el año 761, es decir, se concedía a la ciudad un origen altomedieval que ahora está en revisión.

¿El descubrimiento de la fuente de Rúa cómo modifica esas conclusiones respecto al origen de Oviedo?

En efecto, y lo que se pretende con el curso es mostrar esos descubrimientos y ponerlos en relación con otros hallazgos romanos, como los de Paraxuga. Lo que indica ese descubrimiento de la calle de la Rúa es que ahí hubo un asentamiento romano, un pequeño núcleo de población, más desorganizado quizá de lo que estamos acostumbrados a ver, pero donde existía una fontana, posiblemente un ninfeo (lugar de culto a las aguas). Ahí hay materiales importados, lo que indica que no hablamos de un establecimiento minúsculo, una posada o algo así. En esas excavaciones que ha hecho Rogelio Estrada, investigador que también participa en nuestro curso e ilustrará todas esas investigaciones, se encontró también una moneda de Tiberio. Está claro que esos hallazgos tienen implicaciones que cambian la historia del origen de Oviedo.

Es decir, que podríamos hablar de un origen romano para Gijón y Oviedo, después de los asentamientos castreños de Campa Torres y Llagú. ¿La romanización en Asturias fue más intensa y extensa de lo que se ha supuesto hasta ahora?

Exacto, es bastante más importante de lo que se creía y de lo que la historiografía tradicional ha querido ver, por aquello de que los astures resistieron al invasor.

Sobre ese capítulo de la resistencia a los romanos también se empieza a saber más cosas. Ahí está La Carisa.

Sí, los romanos tuvieron un campamento en La Carisa para poder conquistar el territorio de los astures transmontanos. Pero lo cierto es que los últimos descubrimientos que hemos comentado certifican una presencia romana mucho más importante.

¿Esos hallazgos acaban con el mito historiográfico que subrayaba el aislamiento de Asturias frente a la gran corriente de la romanización peninsular?

Así es. Lo hablaba, el otro día, con el profesor Juan José Sayas, y establecíamos un paralelo con la conquista española de América. Llegaban unos pocos hombres y dejaban un destacamento que, bien por pactos o presiones, controlaba el territorio. Aquí, en Asturias, pudo pasar lo mismo: avanzadillas que aseguraban la presencia romana. La situación se consolida en la época de Augusto, con las guerras cántabro-astures.

¿Hay que reescribir el capítulo asturiano de los manuales de historia?

Pues posiblemente. Estamos aún en una fase de estudio, pero que apunta en ese sentido. Para que todas estas hipótesis alcancen la categoría de paradigma o teoría científica hay que tener más datos que certifiquen lo que ahora empezamos a ver con cierta claridad. Estoy convencido de que habrá reinterpretaciones a partir de las pruebas que van apareciendo.

¿Qué se conoce mejor, la Asturias castreña o la romana?

La Asturias castreña, en estos momentos, ya se conoce bastante bien. Es el caso del primer milenio antes de Cristo. Tenemos bastantes datos por los castros de San Chuis, Coaña, Campa Torres, etcétera, mientras que de la Asturias romana se conocen bien algunas cuestiones, como las derivadas del estudio de la villa de Veranes, todo lo de Gijón, La Carisa, el hallazgo de Rogelio Estrada de unas termas cerca del Nalón… Se conoce bien, pero, quizá, de una manera muy puntual.

¿Qué supone, en todo ese conjunto, la villa de Veranes?

Corresponde a una época más avanzada del Imperio y supone la consolidación del poder romano en Asturias. Se trata de un establecimiento fijo, con un propietario rico que hace una villa de estas características para explotar el territorio. Esa situación implica una convivencia entre los herederos de los antiguos astures y la potencia romana; dicho de otro modo, es la plena romanización. Es, sin duda, un testimonio arqueológico de primer orden.

¿Gijón tuvo un papel mucho más importante que Oviedo en la romanización?

Es evidente. Pasar la cordillera tenía unos costes mayores que los de la navegación de cabotaje. Gijón jugó un papel importante, que está documentado: la muralla, las termas de Campo Valdés, los hallazgos en la península de Cimadevilla. Es un asunto del que sabe mucho la profesora Carmen Fernández Ochoa, que es la gran especialista y la artífice de lo que podemos ver hoy en Gijón sobre Roma.

¿Cabe esperar nuevos y mejores hallazgos?

El optimismo da sentido a nuestra profesión. Es posible que salgan más cosas. Ahí está el hallazgo de la fuente de la Rúa. En la plaza de la Catedral, bajo la propia Catedral o en San Tirso, en ese cogollito, puede que haya más restos romanos. Si se hacen obras en un futuro, será el momento de excavar y ver si hay más cosas. Pero todo esto nos lleva, incluso, a revisar nuestras conclusiones sobre monumentos como la fuente de Foncalada, que puede ser de origen romano y remodelada posteriormente, en tiempos de la monarquía asturiana. La fisonomía del vaso de Foncalada es idéntica a la morfología de la fuente de la Rúa. Hay que obtener nuevos datos científicos para ver si Foncalada responde a una herencia romana o es medieval.

¿Cuál es el nivel de los estudios arqueológicos en Asturias?

Es bueno. Asturias siempre ha sido un lugar puntero en la investigación arqueológica, algo que se explica por sus importantes restos: Paleolítico, Edad del Bronce, época castreña o altomedieval, por citar sólo algunos ejemplos. Sólo hay que ver las excavaciones del profesor Javier Fortea en la cueva del Sidrón, posiblemente el mejor yacimiento del mundo de neandertales, que se excava por parte de profesionales de la Universidad de Oviedo. Es un referente internacional. Si hablamos de arte rupestre, pues hay una serie de cuevas que son Patrimonio de la Humanidad. Aquí se investiga mucho y con calidad.

¿Hay buenos investigadores?

Los hay, tanto en la Universidad como en las empresas. Es el caso de Rogelio Estrada, uno de los arqueólogos más destacados, o el del también mencionado Javier Fortea. Hay muchos conocidos internacionalmente.

¿Y ese patrimonio se cuida con el escrúpulo que merece?

Sí que se cuida, y no sólo por parte de las administraciones, también por la de los particulares. La gente, en general, es respetuosa, aunque siempre hay desaprensivos o furtivos. Gijón es un ejemplo de gestión de su patrimonio arqueológico. Dicho esto, subrayar que el castro de San Chuis aún no está declarado Bien de Interés Cultural, algo que debemos resaltar, porque el expediente para esa declaración empezó a incoarse en los años 80. Y hablamos de un paso fundamental para preservar mil años de cultura castreña.

…………………………..

Hasta aquí amigos lectores y seguidores el discurso paracaidista sin quitarle una coma, en todo su esplendor, y apartir de aquí una réplica al inventario de las falacias, a la colección de las tergiversaciones, a la antología de los disparates y a uno de los mayores acopios de mentiras conocidas hasta la fecha por parte de un arqueólogo que sin un mínimo atisbo de sonrrojo ni de contención se convierte en un auténtico charlatán de feria al estilo de aquellos famosos vendedores de elixires de los viejos westerns.

RÉPLICA AL PARACAIDISTA JORDÁ PARDO

Cito al catedrático José María Mínguez en su obra EN TORNO A LA GÉNESIS DE LAS SOCIEDADES PENINSULARES ALTOMEDIEVALES.REFLEXIONES Y NUEVAS PROPUESTAS 2.004

http://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/69917/1/En_torno_a_la_genesis_de_las_sociedades_.pdf

Y comienzo citándole en el magnífico párrafo que viene a continuación; transcribo:

“Quizás una reflexión sobre algunos acontecimientos actuales nos obligaría a matizar determinadas conclusiones de la arqueología en relación con los temas que nos ocupan aquí. Pensemos, por ejemplo, en la influencia que las potencias coloniales europeas han ejercido a finales del siglo XIX y primera mitad del siglo XX en los
países del continente africano, sobre todo del África subsahariana. Frente a vestigios deslumbrantes resultado de la acción de estas potencias y que permanecen como una huella imperecedera en los países colonizados, como autopistas, aeropuertos, vías férreas, granjas agrícolas altamente racionalizadas, estructuras industriales y mineras con tecnología muy avanzada, líderes sociales formados en las universidades de los países colonialistas y, aparentemente al menos, integrados plenamente en el sistema de vida europeo, frente a estos vestigios, repito, se alza actualmente la cruda realidad de guerras violentas que trascienden las fronteras artificiales de los estados y que no pueden ocultar su carácter intertribal desnudando una realidad profunda de estructuras ancestrales que la ofensiva colonial ha dejado apenas inalteradas. A falta de otro tipo de informaciones que no sean los restos materiales de esta presencia extraña, ¿sería capaz el arqueólogo del futuro con los medios de hoy de trascender la imagen de estos vestigios y llegar a una evaluación ajustada del grado de penetración de las influencias coloniales en la estructura social de estos pueblos?
Debemos reconocer que la información del registro arqueológico no permite en el caso de los pueblos septentrionales acceder en la mayoría de las ocasiones a un conocimiento preciso del grado de transformación de las estructuras profundas de los
pueblos supuestamente romanizados. Y a la luz de los acontecimientos posteriores al 711, y sobre todo de la primera expansión astur, parece razonable aceptar la pervivencia en ciertos sectores o estratos sociales de estructuras si no gentilicias propiamente tales, sí de formas de organización que aún conservan la impronta de aquéllas.”

Queridos amigos lectores y seguidores en este punto es conveniente recordar como desde algunas instancias se ha pretendido utilizar la domus del castro Chao Samartin como paradigma de una romanización intensa o también y de forma menos clara se utilizó en su dia para dicho fin la mansión de Veranes y digo de forma menos clara porque deliberadamente se ha despojado a la mencionada villa de los elementos altomedievales que contenía y que eran mucho mas importantes que los propiamente romanos.

Como todos Vds saben la cuestión de la celtización del Noroeste es un tema tan arduo y debatido como el de la romanización.

Resulta verdaderamente sorprendente que los abanderados de la romanización a ultranza, que siempre han puesto mucho énfasis en destacar que la celtización habria sido fruto tan sólo de unas élites guerreras superpuestas al conjunto de la polbación, no apliquen en su tan cacareada romanización a ultranza el mismo criterio
relativizador y en ello se demuestra de forma meridiana su inconfesable tendenciosidad.

Los mas “integristas” incluso llegan a decir que los elementos celtas detectados en Asturias ¡fueron llevados por las propias legiones romanas! a la vez que silenciosamente ocultan que la mayor parte de la latinización y cristianización en Asturias se produjo en época bastante mas avanzada que la que estamos tratando.

Proseguimos con el señor Don José María Mínguez a quien Dios guarde muchos años y que se encuentra a salvo en la fortaleza de su cátedra salmantina de los famosos “visitadores de Cantoblanco” cuya mano no llega tan alto.

En esta ocasión veamos lo que dice sobre esa extraña romanización sui generis detectada por los expedicionarios paracaidistas sólamente en Asturias a pesar de la vasta extensión del Imperio Romano.

Transcribo:

“Otro tema polémico gira en torno a la romanización astur y cántabra, en general.
Ciertamente son totalmente dignas de consideración las matizaciones que se vienen haciendo sobre el contenido del término “romanización”, un término vago en exceso. Porque es cierto que Roma trató de adaptar en todo momento las características propias de la civilización romana a las condiciones específicas de las distintas zonas donde implantó su dominio. Es obvio que las condiciones minero-metalúrgicas o ganaderas del occidente asturiano y leonés distaban mucho de las posibilidades que ofrecía la cuenca cerealista y olivarera del Guadalquivir. Diferencias que se plasmaban también en unas estructuras sociales muy diversificadas y, consiguientemente,en distintas formas de control político. No obstante estas precisiones, mantengo la cautela ante una progresiva dilución del contenido real de este término -romanización— que puede terminar CONVIRTIÉNDOLO EN UNA CATEGORÍA TAN VAGA Y TAN VACÍA DE SIGNIFICADO QUE QUEDE ANULADA TODA SU OPERATIVIDAD ANALÍTICA.”

Romanización fantasma amigos lectores y seguidores, romanización fantástica; vaga, vacía de significado es aquella que tenemos que tragar tras una inmensa campaña de manipulación propagandística como la que despliega el señor Jordá; una romanización no conocida hasta la fecha en ninguna otra parte del gran Imperio Romano y que por eso se la ha bautizada con el nombre de….”la romanización fantasma”.

Queridos amigos les cuatro “caxigalines” que encontraron les han dado pie a levantar un monumental y falsificador discurso de patrañas que aplicando la célebre regla de tres equivaldria a decir que norteamérica fue profundamente vikinguizada en base a determinadas leyendas nórdicas tipo Vinland y a supuestos hallazgos de clavos en la costa este de los EE UU.

Pero incluso eses “caxigalines” me refiero a las escasas y auténticas muestras romanas reconocidas como tales y no a las del tipo silla frailera han de ser puestas en cuarentena como justificante de la romanización generalizada ya que los cántabroastures no eran una masa informe de bárbaros como pretendió en su momento la maquinaria propagandística romana y como pretenden ahora las fuerzas paracaidistas.

Véase a continuación lo siguiente;transcribo:

“Pero el problema es más de fondo. Porque, aun admitiendo -lo que en relación con algunas realidades no es poco admitir— la existencia en la región astur y cantábrica occidental de entidades urbanas, de castros con funciones presumiblemente vinculadas a la administración romana, de villas identificables como grandes propiedades, de una red relativamente densa de comunicaciones, de individuos destacados de las sociedades indígenas profundamente romanizados, aun admitiendo todo esto, el problema sigue en pie, ya que habría que dilucidar si todas estas realidades están generadas exclusivamente por la romanización o si, más bien, muchas o algunas de ellas son simplemente el resultado lógico de las transformaciones internas que ya se habrían iniciado con anterioridad a la presencia de Roma.”

Y en este punto queridos amigos lectores y seguidores habria que preguntarse porqué la prensa asturiana durante los treinta y pico años del GULAG JAMANDULA y antes de la liberación del Gobierno Patriota de Foro Asturias prestaba tanta atención y se hacia tanto eco de las declaraciones de los señores Santos Yanguas,Fdez Ochoa,Cuesta, Joldrá etc, etc y sin embargo nunca se hacia eco de las declaraciones de catedráticos como el señor Mínguez o de arqueólogos como Peralta Labrador o de la historiografía de la escuela gallega por poner diversos ejemplos.

La respuesta es porque todos comian en gran el duernu jamandula.

Llegamos queridos amigos al punto inicial en el que el gran catedrático Don José María Mínguez alertaba de la superficialidad de determinados registros arqueológicos poniendo como ejemplo los signos externos de la influencia de los imperios coloniales en el África Subsahariana.

Transcribo:

“Pero, aun admitiendo la romanización, se plantea un segundo problema con hondas repercusiones para el conocimiento de la realidad premedieval y medieval; es el de evaluar hasta qué profundidad penetró la romanización en el tejido social de estas sociedades. Porque es posible, por no decir que altamente probable, que el registro arqueológico nos esté mostrando únicamente la fachada más espectacular de una realidad cuya estructura profunda no puede aflorar asfixiada por la brillantez exterior o por las limitaciones de la propia Arqueología para detectar las huellas evasivas de este tipo de sociedades. Y es un problema que no se puede eludir cuando, como reconocen para el caso que nos ocupa la práctica totalidad de los arqueólogos, la Arqueología está operando con un registro muy escaso, muy escueto y de muy difícil
interpretación. Dificultad que se agranda cuando partiendo del análisis de lo muy particular se intenta establecer conclusiones de carácter muy general.
Quizás una reflexión sobre algunos acontecimientos actuales nos obligaría a matizar determinadas conclusiones de la arqueología en relación con los temas que nos ocupan aquí.”

Ya ve señor Joldrá que es muy difícl pastoriarnos y ponernos el ñarigón.

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