EXTRACONFIDENCIAL.COM por Fernando Verea.
La Universidad Autónoma de Madrid, tras realizar pruebas de termoluminiscencia a uno de los ladrillos de la construcción, ha asegurado que la fábrica del acueducto data, por lo menos, del siglo IV.
Cuentan las escrituras que, en algún momento de los imperios de Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio, Nerón, Vespasiano, Tito o Dominiciano, o lo que es lo mismo, en algún momento de las dinastías Julio Claudia o Flavia, fue levantado el Acueducto de los Milagros para transportar agua del embalse de Proserpina a cinco kilómetros de la antigua ciudad de Mérida en España. Ese es su origen, o al menos el que se creía hasta ahora, la ciudad de Emérita Augusta, capital de la provincia Lusitania en el Imperio Romano del siglo I
Quien ha puesto la génesis de esta obra de ingeniería civil en entredicho ha sido la Universidad Autónoma de Madrid que, tras realizar pruebas de termoluminiscencia a uno de los ladrillos de la construcción, ha asegurado que la fábrica del acueducto data, por lo menos, del siglo IV, alejando de la obra su carácter romano y acercándolo al período tardoantiguo, casi insertado ya en la Edad Media. Unas sospechas que se unen a las ya percibidas en el año 2011 cuando se llevaron a cabo otros análisis en Alemania que establecieron la fecha de construcción del acueducto en torno al año 560, ya en plena época visigoda.
Un rico debate histórico y arquitectónico
El que ha echado más leña al fuego ha sido el ingeniero técnico de Obras Públicas, geógrafo e historiador, Isaac Moreno Gallo, que ha reconocido sin tapujos que el acueducto no es romano, sino visigodo contextualizando además el momento de su levantamiento y adjudicándoselo a arquitectos bizantinos tras la derrota del rey visigodo Agila I a manos del rebelde Atanagildo apoyado por las tropas del emperador Justiniano.
Todo este rico debate histórico y arquitectónico, alimentado con detalles de vasta cultura, ha sido despedazado por la Administración municipal, que, como si una caza de brujas del siglo XV se tratara, ha amenazado con que tomará las medidas oportunas sobre todo aquel que dude del origen romano del acueducto. En palabras de la portavoz del Ayuntamiento de Mérida, Carmen Yáñez, “estudiaremos qué vías tiene el Ayuntamiento para, a través del gabinete jurídico con el apoyo de los técnicos del Consorcio, ver a qué personas o entidades tenemos que acudir para que se retracten o rectifiquen en la información que han publicado y están defendiendo”.
El Ayuntamiento de Mérida está gobernado por el PSOE desde 2015 siendo su alcalde Antonio Rodríguez Osuna. En las elecciones autonómicas de 2019 recibió 13.703 votos, obteniendo la mayoría absoluta con 14 concejales que se han instaurado en el negacionismo.
El acueducto romano podría no serlo
El Consorcio de la Ciudad Monumental y su director Félix Palma, también apoyan este negacionismo al defender con uñas y dientes la teoría romana del acueducto de una manera peculiar. La tesis del director del Consorcio apunta que el estudio de la Universidad de Palma parte “de un ladrillo al que se le ha aplicado la termoluminiscencia, que estudia la última cocción que tuvo ese ladrillo” y que ésta podría datar de las fechas en cuestión porque el ladrillo habría sido colocado durante una reforma. Además, añade que “el Informe que ha hecho la Universidad Autónoma de Madrid dice que ese material es del año 290 con un error de más, menos 106 años. Es de aquí desde donde han montado esta teoría que no ha tenido en cuenta el resto de estudios y conocimientos que se tienen sobre el monumento”.
El autor del libro “Una cruz demasiado pesada: el Papa Pío XII y los judíos de Europa”, Paul O´Shea, definió el negacionismo como “el rechazo a aceptar una realidad empíricamente verificable. Es en esencia un acto irracional que retiene la validación de una experiencia o evidencia históricas”. Atendiendo a esta definición, el PSOE de Mérida está siendo irracional al evadir una verdad incómoda empíricamente verificable: el acueducto romano podría no serlo.
Fernando Verea
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