Carmen Fernández Ochoa explica el contenido de la muestra sobre Tabacalera. / Jorge Peteiro
DIARIO EL COMERCIO DE GIJÓN
Una exposición resume en el Museo del Ferrocarril los 2.000 años de la fábrica. «Conocer la historia de la Fábrica de Tabacos de Cimadevilla es conocer la historia de la ciudad», compara la arqueóloga Carmen Fernández Ochoa
«Conocer la historia de la Fábrica de Tabacos de Cimadevilla es conocer la historia de Gijón, una ciudad a la que el patrimonio ha contribuido a darle identidad». Carmen Fernández Ochoa, catedrática de Arqueología de la Universidad Autónoma y una de las investigadoras que ha participado durante más de una década en la excavaciones del edificio de Tabacalera, fue la encargada ayer de presentar en el Museo del Ferrocarril la exposición que tiene la difícil tarea de resumir los 2.000 años de existencia del popular edificio del barrio alto, que aguarda a que se adjudique el proyecto de rehabilitación que lo convertirá en un espacio multidisciplinar dedicado a la Cultura. Las obras tendrán un plazo de ejecución de un año y medio y una inversión de 9,1 millones de euros.
Y con ese futuro por delante, se echa ahora la vista atrás para dar a conocer a los ciudadanos la basta historia de la edificación construida a mediados de 1600 en parte de la Atalaya para albergar el convento de las Agustinas Recoletas, fundado en 1668 por la madre de Santo Tomé. Las excavaciones realizadas permitieron sacar a la luz numerosos restos barrocos ocultos bajo las obras de adaptación del edificio para usos industriales. En 1842 el convento se convirtió en la primera fábrica de Gijón, exactamente en una fábrica de tabacos con una plantilla de trabajadores integrada solo por mujeres. 'Les cigarreres' conformaron un elemento singular en la identidad gijonesa y se convirtió en el colectivo laboral más numeroso hasta mediados del siglo XX.
Hasta finales de diciembre
En la muestra habilitada en el Museo del Ferrocarril hasta finales del mes de diciembre se pueden ver varias fotografías de las trabajadoras en sus quehaceres cotidianos dentro de la fábrica y también en días festivos, como la celebración de 'les comadres' simulando la boda de una de ellas. Porque si por algo se caracterizaban era por el compacto grupo que conformaban y el importante peso que tenían en la ciudad.
Fue en 2002, con el cierre de la instalación, cuando comenzó el estudio arqueológico del subsuelo. «Una sorpresa mayúscula fue encontrarnos restos romanos como un pozo y numerosos objetos muy bien conservados y que han sido cruciales para el estudio», explicó Fernández, quien estuvo acompañada por la investigadora del Centro de Estudios Históricos del CSIC, Almudena Orejas, y por la concejala de Educación y Cultura, Monserrat López. La representante del Ayuntamiento reiteró que la Fábrica de Tabacos «resume buena parte de la historia de Gijón» y manifestó la intención del consistorio de «apostar por el edificio como proyecto cultural».
El trabajo divulgativo no sólo se quedará en la exposición. El equipo multidisciplinar que ha participado en el estudio y las excavaciones ha aportado numeroso material para la elaboración de un libro que se editará en los próximos meses y que tiene también por objetivo resumir la historia de una de las edificaciones con más solera y espíritu de Gijón.
EL COMENTARIO
Ya habíamos visto en una entrada anterior como los Carpantas y los Paracaidistas de Cantoblanco nos descubrían el consumo de maíz por los astures y ahora sabemos también que fumaban puros. Los peplums van a mas. ¿Qué nos deparará el siguiente?
En el artículo se afirma sin ningún rubor "los 2.000 años de la fábrica"; evidentemente es una historia muy "basta" la que nos cuentan Fdez Ochoa y Olaya Suárez.