LAS TERMAS ROMANAS Y EL CAMPO VALDÉS
LA ESCASA ROMANIZACIÓN DE ASTURIAS POR GUILLERMO M. LOPEZ
HOMENAJE A GUILLERMO M. LOPEZ
En la página 151 del tomo III de la Historia de España (Ed. Gredos), del que son autores J.M. Blázquez, A. Montenegro y J.M. Solana, leemos: "Los montañeses indómitos fueron derrotados y exterminados, en particular los jóvenes aptos para el servicio de las armas, obligando a los restantes a bajar al llano. Lo mismo ocurriría en el frente astur."
S. Montero, G. Bravo y J. Martínez-Pina, escriben en la página 41 de su obra "El Imperio Romano" : "La guerra fue larga y difícil. Augusto dirigió las operaciones en la campaña 26/25 A.C., pero a pesar de los grandes recursos invertidos, los resultados no fueron plenamente satisfactorios. Tan sólo después de una auténtica guerra de exterminio, Agripa consiguió en el año 19 A.C. dar por terminadas las operaciones. Sin embargo, el territorio no quedó totalmente pacificado, pues exigió el estacionamiento en la región de tres legiones."
Se mencionan estos hechos incluso en obras generales como la Gran Historia Universal, en el tomo IV, El Imperio Romano (Ed. Nájera,1987), del que son autores A. Montenegro, F. Lara, G. Fatás, R. López, M. Pastor, J. F, Rodríguez, A. del Castillo y F. Marco, en cuya página 218 leemos: "La lucha en ese años (19 A.C.) fue feroz y Agrippa practicó un auténtico genocidio frente a la desesperada resistencia cántabra."
Naturalmente, carece de sentido aplicar los actuales límites administrativos de Asturias a cualquier consideración sobre épocas antiguas. El territorio de los cántabros comenzaba, según opinión general, en el Sella, y en las fuentes clásicas el término "Cantabria" se utiliza a veces en sentido lato, extendiéndolo a toda la región norteña. Por eso yo hablé de astures y cántabros o de "asturcántabros".
Pero, volviendo a lo que usted decía, ya ve cuántos "nadies" hay que comparten lo que yo expuse en noviembre. Todos son especialistas en Historia Antigua hispana y romana, y entre ellos están precisamente los más prestigiosos. Por favor, no deje de contarnos en su próximo escrito si hay alguien que comparta la visión que usted nos dio en octubre.
OTRAS ATROCIDADES ROMANAS
Lo mismo puede decirse de los otros datos que yo cité, como los suicidios colectivos, las crucifixiones, las mutilaciones de los prisioneros, etc. que recogen igualmente la mayoría de los autores. Incluso su compañera de universidad doña Carmen Fernánde Ochoa (Boletín del IDEA, Nº 104, página 715) menciona el hechode que los romanos cortaron las manos a los astures prisioneros, pero llama a las matanzas "ajusticiamientos drásticos" arrasando el país". Eso ya es algo mas concreto que los "episodios violentos" de que usted tan vagamente habla ahora, (y a los que ni siquiera aludió en Octubre), pero es incorrecto, pues un ajusticiamiento supone un procedimiento judicial y una sentencia. Podría considerarse como tal, por ejemplo, el macabro simulacro de juicio que efectuó César antes de matar en el suplicio al jefe de los senones, Acco. Pero las legiones romanas no realizaban normalmente "ajusticiamientos" de los vencidos ni meros "episodios violentos", sino verdaderas matanzas, asesinatos masivos, con frecuencia sin justificación alguna, rompiendo acuerdos y tratados. Y los mismos historiadores romanos no silenciaron estas atrocidades.
Por ejemplo, no silenció Tito Livio cómo fueron degollados los habitantes de la ciudad de Iliturgis en la Hispania Ulterior. No silenció Apiano la perfidia de Lúculo asesinado a traición a los 20.000 habitantes de Cauca, en Segovia, tras permitir éstos la entrada a las tropas romanas como garantía de paz. Ni tampoco la atroz alevosía de Galba, que hizo reunir a los lusitanos con sus familias (en número de 30. 000 según Suetonio), ofreciéndoles tierras, y tras concentrarlos indefensos en tres cercados, los asesinó en masa. Una "hazaña" semejante la repitió más tarde Didio, con la aquiescencia de los legados presentes, pasando a cuchillo a todos los hombres, mujeres y niños vecinos de los celtíberos colendanos, tras hacerles entrar en la empalizada con la promesa de repartirles tierras (por ello Didio recibió los honores del triunfo). O Valerio Flacco, haciendo degollar a 20.000 hispanos en la ciudad celtíbera de Belgeda. Ni siquiera el propio Julio César silenció cómo sus tropas asesinaron a los 40.000 habitantes galos de Avaricum, sin perdonar a los ancianos, las mujeres ni los niños.
Tampoco silención Dión Casio, al narrar la conclusión de las guerras cántabras, que Agrippa exterminó a todos los enemigos en edad de empuñar las armas.
¿porqué quiere silenciarlo usted? ¿Se identifica usted de tal modo con su especialidad que se siente impelido a "justificar" de esa manera las acciones execrables del ejército romano, diciendo, como dijo, que "nunca fue una conquista a ultranza, a sangre y fuego, sino un proceso de adaptación"? ¿O, simplemente, emplea la táctica de "minimizar" todos los hechos históricos que puedan empañar la imagen de "gloria" del Imperio, no vaya a ser que los gijoneses se vuelvan críticos y consideren inadecuados los sentimientos de "orgullo" y "honor" que usted pretende expresamente inculcarles para que admitan la plataforma de hormigón en el Campo Valdés?
Podrían escribirse cientos de páginas simplemente con las noticias históricas que los propios autores romanos nos trasmiten de las atrocidades, matanzas y crueldades gratuitas, esclavizaciones, devastaciones y exacciones que cometieron los romanos en todos los territorios conquistados. Un prestigioso especialista moderno Yann Le Bohec, en su reciente obra "Larmee romaine" (Picard Ed., París 1989) considera que el ejército y la guerra fueron los únicos móviles de lo que se llama romanización.
En Asturias no se estableció jamás ninguna colonia romana, sino simplemente un ejército que fue allí a explotar las riquezas de la región, tras masacrar, someter y esclavizar bestialmente a los antiguos pobladores.
Respecto a mi manejo de las fuentes clásicas, no pretenderá ustedque realice en EL COMERCIO una "lectio difficilior" de los respectivos códices y palimpsestos. Esto lo está intentando en la actualidad el Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Santander. Y uno de sus miembros, M. A. Marcos García, califica la obra historiográfica de Dión Casio como la fuente básica sobre las guerras cantábricas; alaba su calidad meritoria, la sólida formación y el tesón de Casio en consultar todas las fuentes anteriores y dice que "sobresale por méritos propios" (Studia Historica-Historia Antigua, volumen VI, Ed. Univ. Salamanca 1988,página 92). Pues bien Dión Casio es precisamente quien menciona el exterminio que practicó Agripa en el Norte.
Pero lo grave de sus palabras no es el nuevo intento "punitivo" de que usted pretende vanamente hacerme objeto. Eso no tiene la menor importancia, pues ya vemos a qué queda reducido. Lo verdaderamente grave es que con ellas está acusando usted también implícitamente a todos los historiadores arriba citados de un manejo "torpe" y "sin crítica alguna" de las fuentes.
En cuanto a la obra de Pastor Muñoz "Los astures durante el Imperio Romano", lo que yo escribí sobre ella puede usted encontrarlo en las páginas 89-94. Por lo demás, Pastor Muñoz califica la dominación romana de "superestructura". Por ejemplo, en la página 139 escibe: "La dominación romana, en el territorio de los astures fue, a nuestro entender, una superestructura, es decir, que actuó sobre él, pero sin profundizar en el trasvase de sus organizaciones; su interés primordial consistía en someter dicha región por los intereses económicos, sobre todo mineros, que le reportaba, y de aquí que no consiguiera hacer desaparecer sus organizaciones gentilicias, ni, en general, la vida indígena, como ocurrió en otras regiones del territorio hispano, en la Bética, por ejemplo."
Y en las páginas 152-153 subraya la total inexistencia en el territorio astur de ciudades auténticamente romanas, y la ausencia, incluso en la capital Astúrica Augusta, de edificios públicos y privados de cierto relieve y signo auténticamente romano, lo que demuestra que "el grado de urbanización y romanización que experimentó el territorio astur fue muy escaso y en algunas zonas completamente nulo".
Y concluye que la escasísima municipalización "nos muestra claramente cuán poco interés tenía Roma en realizar una verdadera y auténtica política urbanizadora en los territorios astures." Destaca que, incluso tras la concesión del Ius Latii a Hispania, los indígenas astures seguían siendo más rentables a los dirigentes romanos como "mano de obra, principalmente para la producción minera y para el ejército."
En esas mismas ideas insiste Pastor Muñoz años después en otros trabajos (por ejemplo en el II Seminario de Arqueología del Noroeste, junto con J. Carrasco).
LA ROMANIZACIÓN: EL MINERO Y EL SOLDADO
Prosigue usted: "Lo que yo dije es que en Asturias hay una fase histórica interesantísima, como en otros sitios de España (Galicia, Cantabria,País Vasco, Castilla) y de Europa (Britania, Germania Libre, etc.). El mantiene la escasa romanización de Asturias y, lo que es peor, su dureza sanguinaria y explotadora. Para ello recurre a los episodios de la sórdida vida en la mina o al soldado astur que, lejos de su patria, al menos puede respirar el fesco aire de Germania, todo ello con una prosa lírico-bailable, muy de efectos especiales, pero de escaso rigor histórico."
Usted no se expresó en octubre como ahora pretende, pero es de agradecer que trate de mejorar aquí el discurso propagandístico que realizó entonces. Aunque asombra su afirmación de que ha pasado inadvertida nada menos que una fase histórica en todos esos sitios. Seguro que pasó inadvertida hasta que usted nos advirtió. Probablemente por eso se esforzó usted tanto en cantarnos las excelencias de la "máquina de romanizar" y "la floreciente legalidad romana", para defender la cual llegaron las legiones. Si no llega a hacerlo usted, seguramente seguiría "inadvertida".
El carácter sangriento de la conquista romana es un hecho incuestionable. ¿O acaso las legiones se comportaron en las guerras del Norte de forma distinta a como hacían en otras partes? Y bien sabemos cual era ese comportamiento. En el Norte alcanzó sin duda, un carácter extremo con las matanzas de Agripa, pero también los lusitanos y los celtíberos fueron víctimas de masacres similares, que llegaron al exterminio de poblaciones enteras, como acabo de recordarle. Y es bien sabido que lo mismo aconteció en muchos otros lugares conquistados por el Imperi.
Pero parece que le traiciona a usted su subconsciente, cuando dice "...y, lo que es peor..." ¿Por qué es "peor" reconocer el hecho histórico innegable de la conquista sangrienta? Usted lo negó en octubre, poniéndose así al margen de la Historia. Si su identificación personal con el Imperio Romano ha llegado a tal punto que le hace a uste "odiar" a quienes lo consideran imperialista, como usted mismo confesó, no es de extrañar que quiera usted negar el carácter sangriento de la conquista y la dura explotación subsiguiente. Pero eso nada tiene que ver con la Historia, sino con los particulares intereses y vivencias de usted.
La escasa romanización de Asturias no es una tesis que yo necesite sostener, se sostiene por sí sola. Es un hecho incuestionable que ahí está y que reconocen todos los estudiosos del tema, y eso lo sabe usted perfectamente. ¿Qué autor español o extranjero afirma lo contrario? Podría llenar docenas de páginas con citas de todos los especialistas en este sentido, que emplean adjetivos como "epidérmica, marginal, escasa, superficial, bajísima", etc. Pero es del todo superfluo. En realidad es ridículo discutir siquiera este hecho. Por eso, voy a limitarme a citar una frase lapidaria (entre tantos semejantes) de uno de los mas prestigiosos especialistas de la Hispania romana, J.M. Blázquez, que en uno de sus actualizados "Nuevos estudios sobre romanización" afirma taxativamente: "La escasa romanización de los astures, cántabros y vascones está confirmada por todos los investigadores que trataron este tema".
En otro estudio, afirma Blázquez lo mismo que expresan Pastor, Roldán y otros autores, que a Roma no le interesó nunca que los pueblos del Norte del Duero asimilaran la cultura romana. "Sólo interesaban estos pueblos como cantera de reclutamiento para las legiones y la explotación de las minas."
Pero el concepto de romanización es en realidad impropio, como ya hace mucho que demostraron Rostovtzeff, Pflaum y Broughton, pues se bas en criterios extraídos de la expansión colonial europea del siglo XIX que los romanos nunca tuvieron. Con más propiedad debería hablarse de "asimilación", como es usual en los autores ingleses. El mismo Blázquez lo hace en varios trabajos, aunque generalmente siga empleando el término tradicional por costumbre. Así, por ejemplo, afirma que en el Norte hispano "la asimilación de la cultura romana era totalmente epidérmica, salvo en ciudades como Astúrica Augusta, Flavióbriga y Pompaelo". Y en otro lugar: "El panorama que se desprende del territorio astur trasmontano es la bajísima asimilación de la cultura romana en los castros, el mantenimiento de las instituciones y de la economía indígenas, la no generalización del urbanismo de tipo romano, las nulas consecuencias prácticas en todo el Norte de Hispania de la extensión del Ius Latii por Vespasiano y de la ciudadanía por Caracalla." Insiste enq ue esa política de Roma con los astures era la misma que utilizó en otras regiones como Dalmatia, el Noricum, Siria o Tracia, manteniendo a esos pueblos con sus tradicionales modos de vida a fin de poder contar con tropas auxiliares para las legiones.
Y otro gran especialista, J.M. Roldán, considera incluso absurdo emplear la palabra "romanización". En su excelente obra "Hispania y el ejército romano", hablando del Noroeste hispano, afirma que para Roma era "un territorio súbdito, cuya dominación interesaba bajo el exclusivo punto de vista económico, como vivero de hombres y materiales y sin ninguna política consciente de elevar el nivel de vida económica y social de sus habitantes. En este sentido lo poco logrado en este cuadrante Noroeste se realizó más en contras que a favor de esta política, debido casi exclusivamente al contacto de los soldados permanentemente instalados en el centro del territorio durante todo el Imperio y la acción ejercida por los centros de administración romanos: Astúrica, Bracar y Lucus. Es pues absurdo emplear la palabra romanización, que nunca tuvo ningún significado, ni en ninguna mente gobernante encontró asilo:sólo la prolongada dominación y los contactos pacíficos, una vez dominados o frenados los intentos de rebelión, produjo estos mediocres resultados de una híbrida civilización de tinte romano, donde unca dejó de existir de forma vigente el espíritu autóctono."
S. Montero, G. Bravo y J. Martínez-Pina, escriben en la página 41 de su obra "El Imperio Romano" : "La guerra fue larga y difícil. Augusto dirigió las operaciones en la campaña 26/25 A.C., pero a pesar de los grandes recursos invertidos, los resultados no fueron plenamente satisfactorios. Tan sólo después de una auténtica guerra de exterminio, Agripa consiguió en el año 19 A.C. dar por terminadas las operaciones. Sin embargo, el territorio no quedó totalmente pacificado, pues exigió el estacionamiento en la región de tres legiones."
Se mencionan estos hechos incluso en obras generales como la Gran Historia Universal, en el tomo IV, El Imperio Romano (Ed. Nájera,1987), del que son autores A. Montenegro, F. Lara, G. Fatás, R. López, M. Pastor, J. F, Rodríguez, A. del Castillo y F. Marco, en cuya página 218 leemos: "La lucha en ese años (19 A.C.) fue feroz y Agrippa practicó un auténtico genocidio frente a la desesperada resistencia cántabra."
Naturalmente, carece de sentido aplicar los actuales límites administrativos de Asturias a cualquier consideración sobre épocas antiguas. El territorio de los cántabros comenzaba, según opinión general, en el Sella, y en las fuentes clásicas el término "Cantabria" se utiliza a veces en sentido lato, extendiéndolo a toda la región norteña. Por eso yo hablé de astures y cántabros o de "asturcántabros".
Pero, volviendo a lo que usted decía, ya ve cuántos "nadies" hay que comparten lo que yo expuse en noviembre. Todos son especialistas en Historia Antigua hispana y romana, y entre ellos están precisamente los más prestigiosos. Por favor, no deje de contarnos en su próximo escrito si hay alguien que comparta la visión que usted nos dio en octubre.
OTRAS ATROCIDADES ROMANAS
Lo mismo puede decirse de los otros datos que yo cité, como los suicidios colectivos, las crucifixiones, las mutilaciones de los prisioneros, etc. que recogen igualmente la mayoría de los autores. Incluso su compañera de universidad doña Carmen Fernánde Ochoa (Boletín del IDEA, Nº 104, página 715) menciona el hechode que los romanos cortaron las manos a los astures prisioneros, pero llama a las matanzas "ajusticiamientos drásticos" arrasando el país". Eso ya es algo mas concreto que los "episodios violentos" de que usted tan vagamente habla ahora, (y a los que ni siquiera aludió en Octubre), pero es incorrecto, pues un ajusticiamiento supone un procedimiento judicial y una sentencia. Podría considerarse como tal, por ejemplo, el macabro simulacro de juicio que efectuó César antes de matar en el suplicio al jefe de los senones, Acco. Pero las legiones romanas no realizaban normalmente "ajusticiamientos" de los vencidos ni meros "episodios violentos", sino verdaderas matanzas, asesinatos masivos, con frecuencia sin justificación alguna, rompiendo acuerdos y tratados. Y los mismos historiadores romanos no silenciaron estas atrocidades.
Por ejemplo, no silenció Tito Livio cómo fueron degollados los habitantes de la ciudad de Iliturgis en la Hispania Ulterior. No silenció Apiano la perfidia de Lúculo asesinado a traición a los 20.000 habitantes de Cauca, en Segovia, tras permitir éstos la entrada a las tropas romanas como garantía de paz. Ni tampoco la atroz alevosía de Galba, que hizo reunir a los lusitanos con sus familias (en número de 30. 000 según Suetonio), ofreciéndoles tierras, y tras concentrarlos indefensos en tres cercados, los asesinó en masa. Una "hazaña" semejante la repitió más tarde Didio, con la aquiescencia de los legados presentes, pasando a cuchillo a todos los hombres, mujeres y niños vecinos de los celtíberos colendanos, tras hacerles entrar en la empalizada con la promesa de repartirles tierras (por ello Didio recibió los honores del triunfo). O Valerio Flacco, haciendo degollar a 20.000 hispanos en la ciudad celtíbera de Belgeda. Ni siquiera el propio Julio César silenció cómo sus tropas asesinaron a los 40.000 habitantes galos de Avaricum, sin perdonar a los ancianos, las mujeres ni los niños.
Tampoco silención Dión Casio, al narrar la conclusión de las guerras cántabras, que Agrippa exterminó a todos los enemigos en edad de empuñar las armas.
¿porqué quiere silenciarlo usted? ¿Se identifica usted de tal modo con su especialidad que se siente impelido a "justificar" de esa manera las acciones execrables del ejército romano, diciendo, como dijo, que "nunca fue una conquista a ultranza, a sangre y fuego, sino un proceso de adaptación"? ¿O, simplemente, emplea la táctica de "minimizar" todos los hechos históricos que puedan empañar la imagen de "gloria" del Imperio, no vaya a ser que los gijoneses se vuelvan críticos y consideren inadecuados los sentimientos de "orgullo" y "honor" que usted pretende expresamente inculcarles para que admitan la plataforma de hormigón en el Campo Valdés?
Podrían escribirse cientos de páginas simplemente con las noticias históricas que los propios autores romanos nos trasmiten de las atrocidades, matanzas y crueldades gratuitas, esclavizaciones, devastaciones y exacciones que cometieron los romanos en todos los territorios conquistados. Un prestigioso especialista moderno Yann Le Bohec, en su reciente obra "Larmee romaine" (Picard Ed., París 1989) considera que el ejército y la guerra fueron los únicos móviles de lo que se llama romanización.
En Asturias no se estableció jamás ninguna colonia romana, sino simplemente un ejército que fue allí a explotar las riquezas de la región, tras masacrar, someter y esclavizar bestialmente a los antiguos pobladores.
Respecto a mi manejo de las fuentes clásicas, no pretenderá ustedque realice en EL COMERCIO una "lectio difficilior" de los respectivos códices y palimpsestos. Esto lo está intentando en la actualidad el Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Santander. Y uno de sus miembros, M. A. Marcos García, califica la obra historiográfica de Dión Casio como la fuente básica sobre las guerras cantábricas; alaba su calidad meritoria, la sólida formación y el tesón de Casio en consultar todas las fuentes anteriores y dice que "sobresale por méritos propios" (Studia Historica-Historia Antigua, volumen VI, Ed. Univ. Salamanca 1988,página 92). Pues bien Dión Casio es precisamente quien menciona el exterminio que practicó Agripa en el Norte.
Pero lo grave de sus palabras no es el nuevo intento "punitivo" de que usted pretende vanamente hacerme objeto. Eso no tiene la menor importancia, pues ya vemos a qué queda reducido. Lo verdaderamente grave es que con ellas está acusando usted también implícitamente a todos los historiadores arriba citados de un manejo "torpe" y "sin crítica alguna" de las fuentes.
En cuanto a la obra de Pastor Muñoz "Los astures durante el Imperio Romano", lo que yo escribí sobre ella puede usted encontrarlo en las páginas 89-94. Por lo demás, Pastor Muñoz califica la dominación romana de "superestructura". Por ejemplo, en la página 139 escibe: "La dominación romana, en el territorio de los astures fue, a nuestro entender, una superestructura, es decir, que actuó sobre él, pero sin profundizar en el trasvase de sus organizaciones; su interés primordial consistía en someter dicha región por los intereses económicos, sobre todo mineros, que le reportaba, y de aquí que no consiguiera hacer desaparecer sus organizaciones gentilicias, ni, en general, la vida indígena, como ocurrió en otras regiones del territorio hispano, en la Bética, por ejemplo."
Y en las páginas 152-153 subraya la total inexistencia en el territorio astur de ciudades auténticamente romanas, y la ausencia, incluso en la capital Astúrica Augusta, de edificios públicos y privados de cierto relieve y signo auténticamente romano, lo que demuestra que "el grado de urbanización y romanización que experimentó el territorio astur fue muy escaso y en algunas zonas completamente nulo".
Y concluye que la escasísima municipalización "nos muestra claramente cuán poco interés tenía Roma en realizar una verdadera y auténtica política urbanizadora en los territorios astures." Destaca que, incluso tras la concesión del Ius Latii a Hispania, los indígenas astures seguían siendo más rentables a los dirigentes romanos como "mano de obra, principalmente para la producción minera y para el ejército."
En esas mismas ideas insiste Pastor Muñoz años después en otros trabajos (por ejemplo en el II Seminario de Arqueología del Noroeste, junto con J. Carrasco).
LA ROMANIZACIÓN: EL MINERO Y EL SOLDADO
Prosigue usted: "Lo que yo dije es que en Asturias hay una fase histórica interesantísima, como en otros sitios de España (Galicia, Cantabria,País Vasco, Castilla) y de Europa (Britania, Germania Libre, etc.). El mantiene la escasa romanización de Asturias y, lo que es peor, su dureza sanguinaria y explotadora. Para ello recurre a los episodios de la sórdida vida en la mina o al soldado astur que, lejos de su patria, al menos puede respirar el fesco aire de Germania, todo ello con una prosa lírico-bailable, muy de efectos especiales, pero de escaso rigor histórico."
Usted no se expresó en octubre como ahora pretende, pero es de agradecer que trate de mejorar aquí el discurso propagandístico que realizó entonces. Aunque asombra su afirmación de que ha pasado inadvertida nada menos que una fase histórica en todos esos sitios. Seguro que pasó inadvertida hasta que usted nos advirtió. Probablemente por eso se esforzó usted tanto en cantarnos las excelencias de la "máquina de romanizar" y "la floreciente legalidad romana", para defender la cual llegaron las legiones. Si no llega a hacerlo usted, seguramente seguiría "inadvertida".
El carácter sangriento de la conquista romana es un hecho incuestionable. ¿O acaso las legiones se comportaron en las guerras del Norte de forma distinta a como hacían en otras partes? Y bien sabemos cual era ese comportamiento. En el Norte alcanzó sin duda, un carácter extremo con las matanzas de Agripa, pero también los lusitanos y los celtíberos fueron víctimas de masacres similares, que llegaron al exterminio de poblaciones enteras, como acabo de recordarle. Y es bien sabido que lo mismo aconteció en muchos otros lugares conquistados por el Imperi.
Pero parece que le traiciona a usted su subconsciente, cuando dice "...y, lo que es peor..." ¿Por qué es "peor" reconocer el hecho histórico innegable de la conquista sangrienta? Usted lo negó en octubre, poniéndose así al margen de la Historia. Si su identificación personal con el Imperio Romano ha llegado a tal punto que le hace a uste "odiar" a quienes lo consideran imperialista, como usted mismo confesó, no es de extrañar que quiera usted negar el carácter sangriento de la conquista y la dura explotación subsiguiente. Pero eso nada tiene que ver con la Historia, sino con los particulares intereses y vivencias de usted.
La escasa romanización de Asturias no es una tesis que yo necesite sostener, se sostiene por sí sola. Es un hecho incuestionable que ahí está y que reconocen todos los estudiosos del tema, y eso lo sabe usted perfectamente. ¿Qué autor español o extranjero afirma lo contrario? Podría llenar docenas de páginas con citas de todos los especialistas en este sentido, que emplean adjetivos como "epidérmica, marginal, escasa, superficial, bajísima", etc. Pero es del todo superfluo. En realidad es ridículo discutir siquiera este hecho. Por eso, voy a limitarme a citar una frase lapidaria (entre tantos semejantes) de uno de los mas prestigiosos especialistas de la Hispania romana, J.M. Blázquez, que en uno de sus actualizados "Nuevos estudios sobre romanización" afirma taxativamente: "La escasa romanización de los astures, cántabros y vascones está confirmada por todos los investigadores que trataron este tema".
En otro estudio, afirma Blázquez lo mismo que expresan Pastor, Roldán y otros autores, que a Roma no le interesó nunca que los pueblos del Norte del Duero asimilaran la cultura romana. "Sólo interesaban estos pueblos como cantera de reclutamiento para las legiones y la explotación de las minas."
Pero el concepto de romanización es en realidad impropio, como ya hace mucho que demostraron Rostovtzeff, Pflaum y Broughton, pues se bas en criterios extraídos de la expansión colonial europea del siglo XIX que los romanos nunca tuvieron. Con más propiedad debería hablarse de "asimilación", como es usual en los autores ingleses. El mismo Blázquez lo hace en varios trabajos, aunque generalmente siga empleando el término tradicional por costumbre. Así, por ejemplo, afirma que en el Norte hispano "la asimilación de la cultura romana era totalmente epidérmica, salvo en ciudades como Astúrica Augusta, Flavióbriga y Pompaelo". Y en otro lugar: "El panorama que se desprende del territorio astur trasmontano es la bajísima asimilación de la cultura romana en los castros, el mantenimiento de las instituciones y de la economía indígenas, la no generalización del urbanismo de tipo romano, las nulas consecuencias prácticas en todo el Norte de Hispania de la extensión del Ius Latii por Vespasiano y de la ciudadanía por Caracalla." Insiste enq ue esa política de Roma con los astures era la misma que utilizó en otras regiones como Dalmatia, el Noricum, Siria o Tracia, manteniendo a esos pueblos con sus tradicionales modos de vida a fin de poder contar con tropas auxiliares para las legiones.
Y otro gran especialista, J.M. Roldán, considera incluso absurdo emplear la palabra "romanización". En su excelente obra "Hispania y el ejército romano", hablando del Noroeste hispano, afirma que para Roma era "un territorio súbdito, cuya dominación interesaba bajo el exclusivo punto de vista económico, como vivero de hombres y materiales y sin ninguna política consciente de elevar el nivel de vida económica y social de sus habitantes. En este sentido lo poco logrado en este cuadrante Noroeste se realizó más en contras que a favor de esta política, debido casi exclusivamente al contacto de los soldados permanentemente instalados en el centro del territorio durante todo el Imperio y la acción ejercida por los centros de administración romanos: Astúrica, Bracar y Lucus. Es pues absurdo emplear la palabra romanización, que nunca tuvo ningún significado, ni en ninguna mente gobernante encontró asilo:sólo la prolongada dominación y los contactos pacíficos, una vez dominados o frenados los intentos de rebelión, produjo estos mediocres resultados de una híbrida civilización de tinte romano, donde unca dejó de existir de forma vigente el espíritu autóctono."