UNA EXAGERACIÓN SOBRE EL PASADO ROMANO DE GIJÓN
POR GUILLERMO M. LOPEZ
A lo que hay que añadir, que también explotaron intensamente las riquezas humanas. No sólo mediante la esclavitud, sino mediante el reclutamiento forzoso de los "indígenas" asturcántabros para servir como tropas auxiliares en el ejército romano. Las virtudes guerreras de los pueblos del Norte (34 de las 87 alas y cohortes hispánicas conocidas son astures, cántabras o galaicas) ayudaron a extender y mantener las fronteras del imperio, en Britania, en Africa, en Germania o en la Dacia. Aquel valiente astur transmontano del castro Intercatia, de nombre Pintayo, portaestandarte de la cohorte V de los Astures, a quien sus compañeros levantaron una lápida funeraria junto al Rhin (cuyo original se conserva en Bonn),pudo al menos morir respirando el aire puro de los bosques germánicos. Esto, sin duda, era mejor que pudrirse en las minas sin ver la luz del sol. En tiempos de Trajano, más de un siglo después de la conquista de Asturias, aún se consideraban "symmachiarii" a los astures que sirvieron en las campañas de Dacia. Este nombre se aplicaba a las tropas reclutadas entre pueblos NO ROMANIZADOS.
Pues bien, el que este Pintayo (Pintaius, hijo de Pedilicius) fue uno de los jóvenes astures forzados a luchar en tierras lejanas del Imperio, es alto tan conocido, que me causa VERGUENZA AJENA el que haya podido usted decir que es "de escaso rigor histórico". ¿Tendré que remitirle al Corpus Inscriptionum Latinarum (C.I.L.,XIII,8098, Berlín), o simplemente al estudio prosopográfico de los soldados astures en el ejército romano de N. Santos, o al trabajo de A. Balil "Alae y Cohortes astures en el ejército romano" ?
Aunque quizás lo mas práctico sería que la próxima vez que vaya usted a esa Asturias, a la que confiesa tanto amor y cariño, visite usted el Museo Arqueológico Provincial, donde podrá ver una reproducción de la lápida funeraria de Pintayo, muerto en la frontera germánica en la primera mitad del siglo I.
Pero Pintayo no fue, ni mucho menos, el único. Lo destacable es que fue Asturia precisamente el territorio del que extrajo el ejército romano el mayor número de tropas auxiliares: se conocen nada menos que quince unidades militares. Además de explotar las cualidades guerreras de estos pueblos,haciéndoles luchar en las lejanas fronteras del Imperio, las levas constituían a la vez un medio de arrebatar de su tierra a los JÓVENES CAPACES DE PROVOCAR REBELIONES EN EL NORTE.
EL PASADO Y LOS INTERESES
Prosigue usted: "Si en Gijón se encuentran restos romanos en la ciudad, en la Campa y en Beloño y en un montón de sitios mas, si se conservan topónimos como pico Jove (el pico de Júpiter literalmente), etc, querrá decir algo. Si en Asturias se mantiene el nombre prerromano (Tierra de los Astures), se habla el bable ("el habla" por antonomasia), se mantiene el tradicional sistema de caserío disperso y parroquias, etc,etc., querrá decir también algo y no habla precisamente de genocidio ni de refractariedad absoluta de los astures hacia lo romano (que, como dije en las jornadas, habría que denominar astur-romano). Lo que yo dije fue que hay un pasado romano que se está revelando interesantísimo y mucho más rico de lo que se pensaba. Ese periodo astur-romano puede convertirse en una seña de identidad más, si no lo es ya. Pero no la única. Nunca dije tal cosa, el señor López vuelve a tergiversar mis palabras, él sabrá con que intención."
Ni tergiverso sus palabras,ni usted dijo en octubre lo que ahora afirma. Si entonces hubiese hablado usted así, no habría tenido yo que criticar su "prédica". Me congratulo de que corrija usted de esta forma su discruso. Pero, en realidad, para este viaje no hacían falta alforjas. Pues afirmar que en Asturias hay restos romanos y que eso algo querrá decir, es una simpleza tal que no justificaría elq ue usted hubiese ido a Gijón a advertirlo. Pero el hecho es que usted no fue a Gijón a enseñar eso que ya hace mucho que es sabido, sino a ayudar a su compañera de universidad a sacar adelante el proyecto municipal del Campo Valdés. Por eso le pareció a usted necesario realizar una alabanza propagandística de la romanización en los términos que yo tuve que recordarle.
Es una exageración ridícula afirmar que el pasado romano sea "mucho mas rico de lo que se pensaba". Ni estábamos tan "pobres" ni ahora estamos "ricos". La existencia de restos romanos en la Campa Torres ya se conoce desde el siglo XVI, y ya hace más de 200 años que Jovellanos mandó hacer excavaciones allí. El que ahora aparezcan otros sencillos materiales arqueológicos no supone un esencial cambio cualitativo. En cambio, de mucha mayor importancia, por la novedad radical que significan, SON LOS RESTOS PRERROMANOS allí encontrados. Las termas del Campo Valdés ya va para 90 años que se investigaron, y siglos hace que es conocida la muralla romana. No pretenderá usted QUE SE HAN DESCUBIERTO AHORA. (A propósito, la publicación de Alvargonzález sobre las termas es excelente, y es INCOMPRENSIBLE que el ayuntamiento de Gijón, tan repentinamente converso a la arqueología romana, no haya efectuado su reedición). Otro tanto sucede con los otros restos que usted menciona (Beloño, Cangas, etc.), ya hace mucho conocidos. El ara a los lares viales de Llanera, publicada el año pasado, es un elemento más que añadir a la epigrafía ya conocida. Subraya la importancia que entonces tenía Llanera como nudo de comunicaciones, lo que ese concejo ha sido siempre y sigue siendo en nuestros días, por su situación geográfica central y sus características geomorfológicas. El que la señora FERNÁNDEZ OCHOA haya estudiado fragmentos cerámicos y otros restos romanos almacenados en el museo, por desgracia carentes en general de un claro contexto arqueológico, y el que en algunos castros romanos relacionados con las explotaciones mineras se estén realizando excavaciones en estos años, no modifica sustancialmente el panorama general ya conocido.
No hay, pues, ninguna riquez que sea mucho mayor de lo que se pensaba. A no ser que se pensase muy poco y mal, o que ahora se cuente la riqueza del pasado por el número de fragmentos de cerámica romana o de piedras que quedan en los muros de los castros mineros. Pero, aun así cuantificada, seguramente esa "riqueza" no llegaría siquiera a alcanzar la cifra de soldados romanos que INVADIERON la antigua Asturia. Y mucho menos puede parangonarse con la que extrajeron los esclavos de las minas astures, las cuales representan, indiscutiblemente, los restos arqueológicos más "ricos" y "monumentales" que nos dejó Roma.
En cambio, lo de "el pico Jove", que usted dice, sí me parece nuevo. Jove era, al menos hasta el año pasado, una parroquia del concejo de Gijón, situada cara al mar al pie de la Campa Torres. No sabía que la hubieran convertido en "Pico". Claro que con tantas "reconversiones" como está sufriendo Asturias, ¡se lleva uno cada sorpresa! Ya se sabe que el padre Júpiter acompañaba a las legiones, pero no solían dejarlo abandonado por cualquier pico. En este caso, el topónimo gijonés "Jove" es posible que se derive más bien de un posesor, como piensa Bobes.
Por lo demás, el pasado romano lo tenemos muy claro ya en la propia lengua, por más que la extensión del latín en el Norte no haya sido tanto obra de las legiones como de la IGLESIA EN LOS SIGLOS POSTERIORES.
Pero su afirmación de que el pasado romanos se está revelando "interesantísimo", aparte de lo curioso de tan súbita "revelación", plantea una cuestión elemental. Los intereses remiten siempre a un sujeto. Las cosas no son interesantes "en si", sino para alguien concreto y definido. Habría que explicar, pues, para quién se revela "interesantísimo" tal pasado. Sin duda, ante todo, para los especialistas que han hecho de él su profesión y tienen particular interés en MAGNIFICARLO POR TODOS LOS MEDIOS. Por ejemplo, para los excavadores del Campo Valdés y sus compañeros, como usted mismo. Para otros, en cambio, puede resultar más interesante el pasado PRERROMANO o el MEDIEVAL de los que también hay muchísimo por investigar.
A la mayoría de los gijoneses, es obvio que el pasado que más les interesa es el que define la identidad histórica de la ciudad que conocieron los niños y que vivieron sus antepasados directos, sus padres y abuelos. El Campo Valdés o la Plaza de Jovellanos, por ejemplo, objeto de una BRUTAL AGRESIÓN en su esencia histórica y en su estructura urbanística, representan un pasado no sólo interesantísimo, sino vivo e irrenunciable para Gijón y todos los gijoneses verdaderos, es decir para todos aquellos que aman y sienten esa ciudad como propia, cualquiera que sea su lugar de origen y de residencia.
Constituye un VERDADERO CRIMEN HISTÓRICO Y SOCIAL el destruir ese pasado vivo, que, en realidad, es presente arraigado y querido por el pueblo. Ese crimen no puede justificarse por los intereses particulares de un par de especialistas en otro pasado arqueológico que nada significa en la memoria histórica de los gijoneses. Mucho menos puede justificarse por los caprichos y las ambiciones de un par de políticos gobernantes.
EL HORMIGÓN, DE LA MAR A LA TIERRA
A mí, concretamente, me interesa todo el pasado, comenzando por el más reciente y vivo, hasta llegar no sólo a la prehistoria más remota, sino a la historia natural y geológica. Pero imagínese si alguien pretendiese "museizar" el pedrero de la Cantábrica construyendo sobre él un dique de hormigón con plataforma elevada y batiscafo incorporado, alegando que esos son restos del pasado mesozoico de Gijón, con 150 millones de años de antiguedad.
Algo materialmente parecido intentó hacerse, aunque con otras motivaciones, hace un par de años. Trataron de hacerlo los mismos grupos políticos que ahora quieren hormigonear el Campo Valdés. Entonces todavía no les importaban las termas. Las despreciaban tanto, que estaban dispuestos a construir sobre ellas una vía sobre la que habían de circular miles de camiones cargados de bloques de hormigón para el citado dique. Es fácil imaginar los daños que habrían sufrido los restos arqueológicos por las vibraciones, sobre todo en el hipocausto expuesto. La oposición ciudadana, aunque mucho menor que la actual, les hizo al final desistir de su empeño, para el que, como ahora, contaban con todas las "bendiciones" oficiales. Ahora se han inventado otro lugar sobre el que verter su hormigón. Y ese lugar cae unos metros más tierra adentro que el anterior, en el centro del Campo Valdés. El pretexto es esta vez la arqueología, a la que tratan de convertir en presunto ATRACTIVO TURÍSTICO. También para el proyecto del dique alegaban un supuesto interés turístico: querían "recrecer" la playa con miles de toneladas de arena que extraerían de Villaviciosa. Ya ve que el recrecido de la muralla también tuvo su "precedente". Lo que se descubre en todos estos casos es una bárbara tendencia a realizar "GRANDES OBRAS FARAÓNICAS", en contra de todo sentido común y de la voluntad manifiesta de los gijoneses.
TEORIA Y VIDA. EL MAL USO DE LA ARQUEOLOGIA
Las señas de identidad de los pueblos pasan por la memoria histórica de las generaciones. No puede obligarse a un pueblo a dar saltos mortales en el vacío de los siglos y los milenios. Eso podemos hacerlo los especialistas, historiadores y prehistoriadores. Ese es nuestro oficio; pero son saltos intelectuales, no afectivos ni vitales. Son puro esquema, pura teoría; son lo contrario de la vida real y única. Ya lo decía Goethe: "Gris es toda teoría, pero verde es el dorado árbol de la vida".Los pueblos no pueden vivir de teoría. Y los restos y conocimientos arqueológicos son teoría, no vida. Pueden servir a la vida o volverse contra ella, según sean bien o mal utilizados.
En el caso de Gijón, el ayuntamiento ha hecho un uso MUY MALO, verdaderamente PERVERSO de la arqueología. La ha utilizado como pretexto para destruir el patrimonio histórico y urbanísitoc más importante y valioso de la ciudad. UN CRIMEN como el perpetrado en la plaza de Jovellanos con el recrecido de los restos de la muralla hubiera bastado para provocar LA INMEDIATA DIMISIÓN Y EL ENJUICIAMIENTO PÚBLICO de todos los responsables en un país auténticamente democrático como Suiza -aunque lógicamente, aquí no sería posible que se cometiese brutalidad semejante-. Lo que ahora pretende deshacerse en el Campo Valdés (pues no es un "hacer", sino un "deshacer") es infinitamente más grave y perverso que lo ya deshecho con la barbaridad -como usted bien la llama- de la muralla.
En la vida de un pueblo es esencial su IDENTIDAD HISTÓRICA. El hombre tiene raíces campesinas o ciudadanas, que no pueden cortarse sin sufrir graves daños. Las raíces ciudadanas son los elementos y espacios urbanos históricos, característicos y entrañables en los que discurre la vida de las generaciones hasta donde alcanza nuestra memoria. Un pueblo está vivo mientras siente como en propia carne la destrucción de esos elementos y espacios. Quien atenta contra estas raíces comente UN CRIMEN CONTRA EL PUEBLO. El proyecto del Campo Valdés, que los gijoneses tan justamente rechazan, es un cimen de esta naturaleza.
POR GUILLERMO M. LOPEZ
A lo que hay que añadir, que también explotaron intensamente las riquezas humanas. No sólo mediante la esclavitud, sino mediante el reclutamiento forzoso de los "indígenas" asturcántabros para servir como tropas auxiliares en el ejército romano. Las virtudes guerreras de los pueblos del Norte (34 de las 87 alas y cohortes hispánicas conocidas son astures, cántabras o galaicas) ayudaron a extender y mantener las fronteras del imperio, en Britania, en Africa, en Germania o en la Dacia. Aquel valiente astur transmontano del castro Intercatia, de nombre Pintayo, portaestandarte de la cohorte V de los Astures, a quien sus compañeros levantaron una lápida funeraria junto al Rhin (cuyo original se conserva en Bonn),pudo al menos morir respirando el aire puro de los bosques germánicos. Esto, sin duda, era mejor que pudrirse en las minas sin ver la luz del sol. En tiempos de Trajano, más de un siglo después de la conquista de Asturias, aún se consideraban "symmachiarii" a los astures que sirvieron en las campañas de Dacia. Este nombre se aplicaba a las tropas reclutadas entre pueblos NO ROMANIZADOS.
Pues bien, el que este Pintayo (Pintaius, hijo de Pedilicius) fue uno de los jóvenes astures forzados a luchar en tierras lejanas del Imperio, es alto tan conocido, que me causa VERGUENZA AJENA el que haya podido usted decir que es "de escaso rigor histórico". ¿Tendré que remitirle al Corpus Inscriptionum Latinarum (C.I.L.,XIII,8098, Berlín), o simplemente al estudio prosopográfico de los soldados astures en el ejército romano de N. Santos, o al trabajo de A. Balil "Alae y Cohortes astures en el ejército romano" ?
Aunque quizás lo mas práctico sería que la próxima vez que vaya usted a esa Asturias, a la que confiesa tanto amor y cariño, visite usted el Museo Arqueológico Provincial, donde podrá ver una reproducción de la lápida funeraria de Pintayo, muerto en la frontera germánica en la primera mitad del siglo I.
Pero Pintayo no fue, ni mucho menos, el único. Lo destacable es que fue Asturia precisamente el territorio del que extrajo el ejército romano el mayor número de tropas auxiliares: se conocen nada menos que quince unidades militares. Además de explotar las cualidades guerreras de estos pueblos,haciéndoles luchar en las lejanas fronteras del Imperio, las levas constituían a la vez un medio de arrebatar de su tierra a los JÓVENES CAPACES DE PROVOCAR REBELIONES EN EL NORTE.
EL PASADO Y LOS INTERESES
Prosigue usted: "Si en Gijón se encuentran restos romanos en la ciudad, en la Campa y en Beloño y en un montón de sitios mas, si se conservan topónimos como pico Jove (el pico de Júpiter literalmente), etc, querrá decir algo. Si en Asturias se mantiene el nombre prerromano (Tierra de los Astures), se habla el bable ("el habla" por antonomasia), se mantiene el tradicional sistema de caserío disperso y parroquias, etc,etc., querrá decir también algo y no habla precisamente de genocidio ni de refractariedad absoluta de los astures hacia lo romano (que, como dije en las jornadas, habría que denominar astur-romano). Lo que yo dije fue que hay un pasado romano que se está revelando interesantísimo y mucho más rico de lo que se pensaba. Ese periodo astur-romano puede convertirse en una seña de identidad más, si no lo es ya. Pero no la única. Nunca dije tal cosa, el señor López vuelve a tergiversar mis palabras, él sabrá con que intención."
Ni tergiverso sus palabras,ni usted dijo en octubre lo que ahora afirma. Si entonces hubiese hablado usted así, no habría tenido yo que criticar su "prédica". Me congratulo de que corrija usted de esta forma su discruso. Pero, en realidad, para este viaje no hacían falta alforjas. Pues afirmar que en Asturias hay restos romanos y que eso algo querrá decir, es una simpleza tal que no justificaría elq ue usted hubiese ido a Gijón a advertirlo. Pero el hecho es que usted no fue a Gijón a enseñar eso que ya hace mucho que es sabido, sino a ayudar a su compañera de universidad a sacar adelante el proyecto municipal del Campo Valdés. Por eso le pareció a usted necesario realizar una alabanza propagandística de la romanización en los términos que yo tuve que recordarle.
Es una exageración ridícula afirmar que el pasado romano sea "mucho mas rico de lo que se pensaba". Ni estábamos tan "pobres" ni ahora estamos "ricos". La existencia de restos romanos en la Campa Torres ya se conoce desde el siglo XVI, y ya hace más de 200 años que Jovellanos mandó hacer excavaciones allí. El que ahora aparezcan otros sencillos materiales arqueológicos no supone un esencial cambio cualitativo. En cambio, de mucha mayor importancia, por la novedad radical que significan, SON LOS RESTOS PRERROMANOS allí encontrados. Las termas del Campo Valdés ya va para 90 años que se investigaron, y siglos hace que es conocida la muralla romana. No pretenderá usted QUE SE HAN DESCUBIERTO AHORA. (A propósito, la publicación de Alvargonzález sobre las termas es excelente, y es INCOMPRENSIBLE que el ayuntamiento de Gijón, tan repentinamente converso a la arqueología romana, no haya efectuado su reedición). Otro tanto sucede con los otros restos que usted menciona (Beloño, Cangas, etc.), ya hace mucho conocidos. El ara a los lares viales de Llanera, publicada el año pasado, es un elemento más que añadir a la epigrafía ya conocida. Subraya la importancia que entonces tenía Llanera como nudo de comunicaciones, lo que ese concejo ha sido siempre y sigue siendo en nuestros días, por su situación geográfica central y sus características geomorfológicas. El que la señora FERNÁNDEZ OCHOA haya estudiado fragmentos cerámicos y otros restos romanos almacenados en el museo, por desgracia carentes en general de un claro contexto arqueológico, y el que en algunos castros romanos relacionados con las explotaciones mineras se estén realizando excavaciones en estos años, no modifica sustancialmente el panorama general ya conocido.
No hay, pues, ninguna riquez que sea mucho mayor de lo que se pensaba. A no ser que se pensase muy poco y mal, o que ahora se cuente la riqueza del pasado por el número de fragmentos de cerámica romana o de piedras que quedan en los muros de los castros mineros. Pero, aun así cuantificada, seguramente esa "riqueza" no llegaría siquiera a alcanzar la cifra de soldados romanos que INVADIERON la antigua Asturia. Y mucho menos puede parangonarse con la que extrajeron los esclavos de las minas astures, las cuales representan, indiscutiblemente, los restos arqueológicos más "ricos" y "monumentales" que nos dejó Roma.
En cambio, lo de "el pico Jove", que usted dice, sí me parece nuevo. Jove era, al menos hasta el año pasado, una parroquia del concejo de Gijón, situada cara al mar al pie de la Campa Torres. No sabía que la hubieran convertido en "Pico". Claro que con tantas "reconversiones" como está sufriendo Asturias, ¡se lleva uno cada sorpresa! Ya se sabe que el padre Júpiter acompañaba a las legiones, pero no solían dejarlo abandonado por cualquier pico. En este caso, el topónimo gijonés "Jove" es posible que se derive más bien de un posesor, como piensa Bobes.
Por lo demás, el pasado romano lo tenemos muy claro ya en la propia lengua, por más que la extensión del latín en el Norte no haya sido tanto obra de las legiones como de la IGLESIA EN LOS SIGLOS POSTERIORES.
Pero su afirmación de que el pasado romanos se está revelando "interesantísimo", aparte de lo curioso de tan súbita "revelación", plantea una cuestión elemental. Los intereses remiten siempre a un sujeto. Las cosas no son interesantes "en si", sino para alguien concreto y definido. Habría que explicar, pues, para quién se revela "interesantísimo" tal pasado. Sin duda, ante todo, para los especialistas que han hecho de él su profesión y tienen particular interés en MAGNIFICARLO POR TODOS LOS MEDIOS. Por ejemplo, para los excavadores del Campo Valdés y sus compañeros, como usted mismo. Para otros, en cambio, puede resultar más interesante el pasado PRERROMANO o el MEDIEVAL de los que también hay muchísimo por investigar.
A la mayoría de los gijoneses, es obvio que el pasado que más les interesa es el que define la identidad histórica de la ciudad que conocieron los niños y que vivieron sus antepasados directos, sus padres y abuelos. El Campo Valdés o la Plaza de Jovellanos, por ejemplo, objeto de una BRUTAL AGRESIÓN en su esencia histórica y en su estructura urbanística, representan un pasado no sólo interesantísimo, sino vivo e irrenunciable para Gijón y todos los gijoneses verdaderos, es decir para todos aquellos que aman y sienten esa ciudad como propia, cualquiera que sea su lugar de origen y de residencia.
Constituye un VERDADERO CRIMEN HISTÓRICO Y SOCIAL el destruir ese pasado vivo, que, en realidad, es presente arraigado y querido por el pueblo. Ese crimen no puede justificarse por los intereses particulares de un par de especialistas en otro pasado arqueológico que nada significa en la memoria histórica de los gijoneses. Mucho menos puede justificarse por los caprichos y las ambiciones de un par de políticos gobernantes.
EL HORMIGÓN, DE LA MAR A LA TIERRA
A mí, concretamente, me interesa todo el pasado, comenzando por el más reciente y vivo, hasta llegar no sólo a la prehistoria más remota, sino a la historia natural y geológica. Pero imagínese si alguien pretendiese "museizar" el pedrero de la Cantábrica construyendo sobre él un dique de hormigón con plataforma elevada y batiscafo incorporado, alegando que esos son restos del pasado mesozoico de Gijón, con 150 millones de años de antiguedad.
Algo materialmente parecido intentó hacerse, aunque con otras motivaciones, hace un par de años. Trataron de hacerlo los mismos grupos políticos que ahora quieren hormigonear el Campo Valdés. Entonces todavía no les importaban las termas. Las despreciaban tanto, que estaban dispuestos a construir sobre ellas una vía sobre la que habían de circular miles de camiones cargados de bloques de hormigón para el citado dique. Es fácil imaginar los daños que habrían sufrido los restos arqueológicos por las vibraciones, sobre todo en el hipocausto expuesto. La oposición ciudadana, aunque mucho menor que la actual, les hizo al final desistir de su empeño, para el que, como ahora, contaban con todas las "bendiciones" oficiales. Ahora se han inventado otro lugar sobre el que verter su hormigón. Y ese lugar cae unos metros más tierra adentro que el anterior, en el centro del Campo Valdés. El pretexto es esta vez la arqueología, a la que tratan de convertir en presunto ATRACTIVO TURÍSTICO. También para el proyecto del dique alegaban un supuesto interés turístico: querían "recrecer" la playa con miles de toneladas de arena que extraerían de Villaviciosa. Ya ve que el recrecido de la muralla también tuvo su "precedente". Lo que se descubre en todos estos casos es una bárbara tendencia a realizar "GRANDES OBRAS FARAÓNICAS", en contra de todo sentido común y de la voluntad manifiesta de los gijoneses.
TEORIA Y VIDA. EL MAL USO DE LA ARQUEOLOGIA
Las señas de identidad de los pueblos pasan por la memoria histórica de las generaciones. No puede obligarse a un pueblo a dar saltos mortales en el vacío de los siglos y los milenios. Eso podemos hacerlo los especialistas, historiadores y prehistoriadores. Ese es nuestro oficio; pero son saltos intelectuales, no afectivos ni vitales. Son puro esquema, pura teoría; son lo contrario de la vida real y única. Ya lo decía Goethe: "Gris es toda teoría, pero verde es el dorado árbol de la vida".Los pueblos no pueden vivir de teoría. Y los restos y conocimientos arqueológicos son teoría, no vida. Pueden servir a la vida o volverse contra ella, según sean bien o mal utilizados.
En el caso de Gijón, el ayuntamiento ha hecho un uso MUY MALO, verdaderamente PERVERSO de la arqueología. La ha utilizado como pretexto para destruir el patrimonio histórico y urbanísitoc más importante y valioso de la ciudad. UN CRIMEN como el perpetrado en la plaza de Jovellanos con el recrecido de los restos de la muralla hubiera bastado para provocar LA INMEDIATA DIMISIÓN Y EL ENJUICIAMIENTO PÚBLICO de todos los responsables en un país auténticamente democrático como Suiza -aunque lógicamente, aquí no sería posible que se cometiese brutalidad semejante-. Lo que ahora pretende deshacerse en el Campo Valdés (pues no es un "hacer", sino un "deshacer") es infinitamente más grave y perverso que lo ya deshecho con la barbaridad -como usted bien la llama- de la muralla.
En la vida de un pueblo es esencial su IDENTIDAD HISTÓRICA. El hombre tiene raíces campesinas o ciudadanas, que no pueden cortarse sin sufrir graves daños. Las raíces ciudadanas son los elementos y espacios urbanos históricos, característicos y entrañables en los que discurre la vida de las generaciones hasta donde alcanza nuestra memoria. Un pueblo está vivo mientras siente como en propia carne la destrucción de esos elementos y espacios. Quien atenta contra estas raíces comente UN CRIMEN CONTRA EL PUEBLO. El proyecto del Campo Valdés, que los gijoneses tan justamente rechazan, es un cimen de esta naturaleza.
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