El legado celta de Galicia es como la primavera que resurge todos los años pese a los cuatro sacamantecas que intentan minimizarlo o incluso negarlo.
Es tan fuerte y tan poderoso que el campesino al labrar la tierra o los ríos en su discurrir regularmente nos presentan los extraordinarios tesoros que afloran para dar testimonio indiscutible del alma y la raíz de la nación gallega.
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