DIARIO DE LEÓN
LA LARIEGA
VIKINGOS MERCENARIOS
Las evidencias del paso de vikingos en León son escasas, pero algunas lo suficientemente evidentes como para pensar que, además de venir, algunos lo hicieron para quedarse
- ALBERTO FLECHA
En la actualidad, hablar de vikingos trae a nuestra mente la imagen de hombres terribles procedentes del norte, saltando de sus veloces ‘drakkars’, para asaltar villas y monasterios por toda la Europa medieval. Una imagen que no solo se producía en las costas, sino que los vikingos llegaron a cruzar del Báltico al Mar Negro navegando ríos y cruzando montañas, cargando con sus barcos sobre los hombros. De esos asaltos tampoco se libraron las costas del noroeste de la península. Reyes asturianos y leoneses tuvieron que salir a hacerles frente en varias ocasiones para evitar sus saqueos. Sin embargo, los ataques costeros peninsulares no parecen haber sido de la misma trascendencia que los recibidos en otras lugares como Francia, Irlanda o Inglaterra. Casi siempre estos piratas encontraron una fuerte resistencia y tuvieron que retirarse sin apenas dejar rastro en las sociedades que habitaban las costas cantábricas. Es por eso que resulta sorprendente la aparición de un topónimo como Lordemanos en la provincia de León, en el municipio de Cimanes de la Vega, muy cerca de la provincia con Zamora. Este nombre (lordemanos), como se conocía a los «hombres del norte» en la Edad Media, ni ninguno parecido, aparecen en lugares donde serían más probables, como las costas atlánticas y cantábricas. ¿Cómo llegaron, por tanto, estos lordemanos a León?
Para responder a esta pregunta, es necesario recordar que el vocablo vikingo es en realidad un término muy preciso que habla de una actividad. Los vikings eran expediciones de saqueo con un significado similar al de las razzias musulmanas. La palabra vikingo, por tanto, hace referencia a aquel que realiza estas actividades de piratería independientemente de su origen étnico. En la Edad Media era mucho más habitual referirse a estos hombres como normandos, lordemanos o palabras derivadas de las mismas.
Estas gentes procedentes de Escandinavia, cuyo origen puede hallarse en los antiguos hérulos que ya asediaron el Imperio romano en la época de las invasiones bárbaras, no solo aparecían en esas expediciones periódicas de saqueo, sino que tenemos noticias de ellos desde antiguo como mercenarios. Para autores como el profesor José Luis Gavilanes, quizás sea esta la explicación de la presencia de estos lordemanos en unas tierras leonesas alejadas de las costas objeto de sus saqueos. Veamos algunas evidencias en este sentido.
Ya en el año 795, durante la batalla de Astorga, sabemos por cronistas musulmanes que el rey asturiano Alfonso II salió al encuentro de las tropas enviadas por Hisham I con ayuda de vascones y de magos. Este nombre, magos o madjus, era utilizado a menudo entre los musulmanes para referirse a los normandos. Sobre la posible presencia en el norte de la península de estos vikingos abunda el historiador egipcio al-Nuwayri (1279-1333) cuando nos recuerda que los vikingos que asaltaban las ciudades musulmanas «habitan las tierras más lejanas de al-Ándalus», entendiendo por al-Ándalus la península ibérica.
Otras teorías
La hipótesis de la presencia de estos vikingos actuando como mercenarios en León también se ve reforzada por la teoría de Vicente Almazán cuando nos recuerda que el pueblo de Lordemanos en León (al igual que otros topónimos similares en Portugal como Lorvão, Lordemão o Normam) se encuentra en la línea de división entre cristianos y musulmanes durante la reconquista entre los siglos IX y XI. Ya en el siglo XII, sabemos por la Historia Compostelana que condes noruegos establecidos en Inglaterra son llamados por condes gallegos partidarios de Alfonso el Batallador para participar en la contienda que este tenía con Urraca, madre de Alfonso VII de León, venciéndola en el año 1111 en la batalla de Villadangos.
Quizás en pago de estas ayudas militares recibieron aquellos soldados de fortuna territorios en los que asentarse. Alguno de ellos, como en el caso de Lordemanos, dejó en su nombre su presencia. Otros quizás se encuentren enterrados esperando que, algún día, la arqueología los vuelva a sacar a la luz.
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