Una investigación está arrojando luz sobre un periodo ligeramente oscuro de la historia asturiana, descubriendo por el camino el que ya se estima que es el segundo castillo más antiguo del reino de Asturias. El estudio «El Castiechu de Tiós, una nueva fortaleza del reino medieval de Asturias», está a cargo de Alfonso Fanjul, Alfonso Sánchez Pozo, Verónica Estaca, Saul Manzano y Juan Manuel Rubiales Jiménez, de las universidades Complutense de Madrid y de León. Este hito se enmarca dentro del proyecto Pintaius, cuyo objetivo es datar todas las fortificaciones del valle de montaña del Huerna.
Las primeras investigaciones desarrolladas en el Castiechu de Tiós «muestran la presencia de una fortaleza medieval, con una primera ocupación al final del mundo romano, y con una extensa vida desde el siglo VIII hasta el siglo XIII». Los análisis producto de la limpieza estratigráfica en un amplio basurero fuera de los muros del yacimiento, también «permiten obtener otros datos de gran interés, como son el consumo de fauna, la vegetación y el paisaje». Dentro del proceso de dataciones de todos los castros del valle del Huerna, «la primera campaña de este proceso, realizada en el Castiechu de Tiós, ha dado como resultado que no estábamos ante un castro astur» como se pensaba inicialmente, sino ante una fortificación feudal medieval.
El carbono 14 «muestra una primera ocupación entre los siglos III y IV después de cristo», producto de un fenómeno «común en todo el noroeste ibérico», la refortificación de las poblaciones ante la crisis del imperio romano. Además, estaba la presencia de grupos de bagaudas, «así como la esperada llegada de las invasiones bárbaras, dentro de un contexto donde la seguridad del imperio romano ha desaparecido». Los bagaudas eran bandidos que participaban en diversos levantamientos o rebeliones contra los terratenientes y estaban integrados, generalmente, por soldados romanos desertores, forajidos y esclavos.
A partir de esta primera fortificación, se encuentra «un castillo medieval construido en el siglo VIII después de cristo, curiosamente una época similar en la que se fortifica el paso de la Carisa mediante un gran muro que la corta» la vía. Los autores explican que, debido a la inestabilidad de los últimos años del reino visigodo y la invasión musulmana, «la élite social del Huerna decide reocupar, y seguramente reforzar, la fortificación del Castiechu. Así, la convierten en un castillo feudal, de gran importancia local, si tenemos en cuenta su prolongada existencia hasta los siglos XI-XIII».
El yacimiento se ubica a 766 metros de altitud, orientado de este a oeste, sobre una ladera desde la que se domina la totalidad de la parte central del valle del Huerna. Las defensas «son mayoritariamente naturales, con una gran vaguada que hace de foso en la ladera norte, una altura natural de las laderas sur y este, y un foso con un contrafoso lateral en la vertiente oeste», conjunto que compone «una extensa brecha defensiva de grandes dimensione». Esa brecha es «en parte artificial, excavado en su extremo oeste, y en parte natural en su vertiente norte, por la orografía del entorno de la colina».
La zona superior de la colina «esta aterrazada, aunque permite el asentamiento en buena parte de la misma, que a día de hoy se observa muy deformada, seguramente por trabajos de cantería tradicional». Además, se aprecian «resaltes rocosos naturales que aparecen en algunos cortes, y que se ven rebajados de forma artificial, con la erosión que eso supuso del antiguo yacimiento». Asimismo, los 186 restos recuperados en el yacimiento de Tiós-Lena, pertenecen a dos momentos cronológicos: la ocupación de la Alta Edad Media con 57 restos, y la Plena Edad Media con 129. En ambos casos se han podido determinar la presencia de cabras, ganado porcino y vacuno, así como perros.
Analizando el primer período, Alta Edad Media, «se ha podido determinar la presencia de la denominada triada mediterránea, donde el taxón principal son los bóvidos, seguido de los caprinos, donde se incluyen ovejas y cabras y posteriormente los suidos». Para ambos momentos «el consumo de estos animales debió de ser total, asimismo es significativo que los todos los animales sean adultos, salvo dos. Esto indica que los llevaron a su cenit de madurez para aprovechar todo los que les podían aportar en vida, ya fuese leche, lana, estiércol, fuerza de trabajo (…) y cuando ya no podían producir más fue cuando fueron consumidos».
De especial interés «aparece el consumo de lechón, entre los restos de dieta de la fortaleza del Reino de Asturias, siendo un elemento dietético claramente aristocrático, ajeno por completo a las pautas generales de la población, si tenemos en cuenta el desperdicio de carne que ello supone». Los autores de este estudio establecen que, desde el punto de vista cronológico, junto a la fortaleza de Gauzón (Castrillón), el Castiechu de Tiós «representa la segunda fortaleza con cronologías tan tempranas de este Reino en el siglo VIII en Asturias.
Este hecho desecha la propuesta realizada para la fortaleza de Peñaferruz (Gijón), donde las muestras de carbón ue2-53 y ue2-78, disponen de horquillas cronológicas muy amplias, se asientan sobre unidades posteriores, y provienen de rellenos de origen desconocido». En definitiva, esta intervención arqueológica, muestra «unas primeras pinceladas de la vida en una fortificación desconocida hasta el momento de una gran importancia estratégica al vigilar las tres vías de comunicación principales. Estas vías descienden de los puertos de montaña al interior del Reino de Asturias, y cuya continuidad en el paisaje como torre feudal de los siglos X-XIII, queda atestiguada por las muestras de carbono 14».
