viernes, 13 de enero de 2023

EL PINDAL PODRÍA ALBERGAR LA PRIMERA ESCRITURA


 












Investigadores británicos descubren el calendario lunar más antiguo de Europa, pintado en cuevas hace 20.000 años



AZAHARA VILLACORTA

La cueva de El Pindal, en Ribadedeva, podría albergar el calendario lunar prehistórico más antiguo del que se tiene registro, pintado hace 20.000 años. Eso es, al menos, lo que sostienen arqueólogos de la Universidad de Durham (Reino Unido), que, en un estudio que acaba de ser publicado por la revista científica 'Cambridge Archeological Journal', defienden que unas marcas realizadas en la sima asturiana y en otras cuevas europeas con pinturas rupestres -una serie de puntos y un signo similar a la letra 'Y'- son, en realidad, los primeros calendarios lunares prehistóricos, que estaban relacionados con el comportamiento estacional de presas como mamuts y otras especies que los primeros pobladores depredaban para alimentarse.

Pero los investigadores van más allá y también sugieren que tal sistema de registro podría interpretarse como un medio de escritura, o tal vez un sistema de protoescritura, el cual -señalan- sería evidencia de la forma más temprana de escritura del Homo sapiens.

A lo largo de los siglos, los arqueólogos se han encontrado estas pinturas de animales en cuevas de toda Europa, pero no han podido saber cuál era el significado de los puntos y otras marcas que contenían. Algo que siempre había llamado la atención de los investigadores, que se preguntaban por qué estos símbolos quedaron plasmados sobre trazos de cérvidos o bisontes.

Pues bien: ahora, después de que el equipo de investigación comparase las más de cuatrocientas cuevas con inscripciones paleolíticas de las que se tiene registro en Europa, han llegado a la conclusión de que el lugar donde se colocaron estas marcas no es arbitrario, sino que parece que los artistas paleolíticos las situaron ahí con fines que tienen que ver con indicar cada cuándo podrían cazar a ciertos animales, registrar sus periodos de apareamiento y desove y las fechas aproximadas del nacimiento de las crías (especialmente, las inscripciones en forma de 'Y'), además de plasmar un calendario lunar que indicaba las noches de plenilunio.

Tal información -subrayan los investigadores- habría sido muy importante para los primeros cazadores, porque ayudaba a realizar un seguimiento de qué animales serían más fáciles de matar durante un período temporal determinado.

Tres pinturas asturianas

Pero es que, además, a partir de la evidencia del calendario lunar prehistórico, los arqueólogos de Durham sugieren que los antiguos pobladores de Asturias podían hacer cuentas. Y no solamente eso: apuntan que sabían usar números hasta, aproximadamente, el 377. Una teoría que generado controversia con otros académicos. En cuanto al símbolo 'Y', los autores del estudio señalan que «hay una clara correlación tanto con el parto como con el apareamiento».

Con todo lo anterior, algunos investigadores no están seguros de que las marcas en este calendario lunar prehistórico sean propiamente escritura. Más bien -han explicado en un comunicado- podrían tratarse de ejemplos de protoescritura: los intentos más remotos de plasmar una periodicidad en las paredes de las cuevas, para registrar el paso del tiempo.

El argumento de los autores de la investigación es que está constatado que los hombres del Paleolítico empleaban la numeración (y citan como evidencias las muescas realizadas en objetos como bastones), además de asegurar que este sistema simbológico asociado a los dibujos de animales específicos está «relacionado con eventos biológicamente significativos informados por el registro etológico, lo que nos permite por primera vez comprender un sistema notacional paleolítico en su totalidad», y que podría ser interpretado por individuos de grupos distintos en un amplio espacio de tiempo. Más aún: se constata «la capacidad de asignar signos abstractos a los fenómenos del mundo (animales, número, parto, fases cíclicas de la Luna) y, posteriormente, usar estos signos como representaciones de la realidad externa en una forma material que podría usarse para registrar eventos pasados y predecir el futuro».

«Puede que no estemos convencidos de que las secuencias del Paleolítico Superior y los símbolos asociados puedan describirse como lenguaje escrito, dado que no representan una sintaxis gramatical, pero ciertamente funcionaron de la misma manera», sostienen. Las respuestas están en El Pindal, de donde reproducen las pinturas de un salmón con tres puntos, un mamut y una cabeza de caballo.



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