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Por: Alban Butler | Fuente: Vida de los Santos
Monje y Presbítero
Santo Tradicional, no incluido en el actual Martirologio Romano
Martirologio Romano: En la región cántabra de Liébana, hoy en Cantabria (España), san Beato, presbítero y monje del monasterio de San Martín de Turieno, que defendió la fe contra la herejía adopcionista y escribió un célebre Comentario sobre el Apocalipsis († 789).
Breve Biografía
Nació de Liébana, en una de las familias más nobles de aquellas tierras. Hizo estudios eclesiásticos y se especializó en Sagradas Escrituras. Fue ordenado sacerdote y empezó a predicar el evangelio con gran entusiasmo. Fue abad del monasterio de Liébana.
Hacia fines del siglo VIII gobernó la diócesis de Toledo el obispo Elipando, quien había caído bajo la influencia de la herejía adopcionista, venida de Francia (de un tal Félix), que sostenía que Cristo era sólo Hijo adoptivo de Dios Padre. Elipando propagó mucho esta doctrina, predicándola abiertamente. Pero Dios suscitó un nuevo David contra aquel Goliat, en la persona de un sacerdote llamado Beato, monje del convento asturiano de Liébana.
Al enterarse de los errores de Elipando, Beato determinó contrarrestar el mal que hacía el obispo y le combatió de palabra y por escrito. En esta tarea le ayudó Eterio, quien fue más tarde obispo de Osma de Cataluña. Los defensores de la fe tuvieron gran éxito y atrajeron a la ortodoxia a grandes multitudes. Esto llegó pronto a oídos del obispo, quien montó en cólera y escribió una violenta carta al abad Fidel, dignatario de gran importancia. En dicha carta acusaba a Beato de no ser más que un campesino errante (y otras cosas peores), que osaba oponerse al arzobispo de Toledo y a la misma Iglesia. Eterio, según él, era un jovenzuelo que se había dejado engañar por la vana elocuencia de Beato. El arzobispo daba orden de hacer caer a Beato en la cuenta de sus errores y de castigarle, si no se corregía. El abad mostró la carta a Beato, quien para responder, escribió un libro con Eterio, en el que ambos se esforzaron por exponer, sin gran claridad, la doctrina ortodoxa. Alcuino, que había ejercido cierta influencia sobre Beato, dijo de él que era «un erudito de vida tan santa como su nombre».
El emperador Carlomagno reunió un concilio en Francfort. Allá se fueron Beato y san Eterio, y volvieron a España con la condena de los dos herejes. Elipando fue ejemplar después, porque reunió un concilio en Toledo y se arrepintió de sus antiguas doctrinas, pidió perdón y se reconcilió con la Iglesia.
Diez años antes de publicar el «Liber adversus Elipandum», en el 776, san Beato había escrito un «Comentario sobre el Apocalipsis», que fue muy leído durante todo el medioevo. Se conservan varios manuscritos con ilustraciones de gran valor artístico, que se conocen con el nombre genérico de «beatos». Es probable que san Beato haya sido también el autor de algunos himnos de la liturgia mozárabe.
Nuestro santo ha sido confundido con el san Beato que fue sepultado en Valcavado. El monasterio en que vivió en Liébana, cerca de Santander, fue probablemente el de San Martín, que más tarde se llamó de Santo Toribio.
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