martes, 10 de septiembre de 2013

LA FUERZA PARACAIDISTA SE RETIRA A CANTOBLANCO CON EL RABU ENTRE LES PATES



"Mi admiración por este largo y obstinado caminar por la estrecha senda del rigor que, más allá de la evidencia, no admite concesiones a la especulación ni a la teoría, es lo que me ha hecho aceptar con agradecimiento esta modesta colaboración prologal, como homenaje a todos y cada uno de los autores y siempre desde la perspectiva aséptica  del reconocimiento del trabajo obstinado y bien hecho, que culmina con la publicación de este tratado: CASTROS Y CASTRA EN CANTABRIA , que es una obra esperada, deseada y necesaria. Llena el vacío monográfico-recopilatorio de una temática hasta ahora esporádica, dispersa y propicia a la controversia. En aspectos concretos, rompe el cisma de la, hasta ahora, bastante aceptada segregación de la Cantabria de la Edad del Hierro, en una vertiente sur, mesetaria e "iberizada", frente a la norte, más desfavorecida, atrasada y troglodita; a imagen de las dos Asturias -cismontana y trasmontana- que trasmiten los autores latinos. De igual modo, la realidad y presencia de importantes campamentos romanos, en descubrimientos y estudios impulsados por E. Peralta y sus colaboradores, desmonta la terca minimización de las Guerras Cántabras, defendida desde las trincheras de algunos de los más recalcitrantes santones de la oficialidad enquistada".   

                                                  José Mª Cubría Mirapeix
                                 Presidente Honorario de la Federación ACANTO de asociaciones
                                 en defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Cantabria    



Comentario a la trascripción del prólogo de CASTROS Y CASTRA EN CANTABRIA: Estimados amigos, lectores y seguidores ¿recuerdan Vds ésto? CARMEN FDEZ OCHOA

"En este trabajo pretendemos contestar a algunas incorrecciones y distorsiones en nuestra hipótesis sobre la conquista de Cantabria que se deslizan en un reciente artículo (PERALTA, 2004), tratando de situar las mismas en su justo término y contestar las críticas vertidas desde el máximo respecto científico."

La Comandante en Jefe de la Fuerza Paracaidista de Cantoblanco hablaba de una conquista incruenta de las poblaciones hispanas englobadas bajo el nombre de Cántabros y Astures, negaba las fuentes latinas de la época achacando el contenido de las mismas a un deseo propagandístico de los cronistas romanos  para realzar la figura del emperador Octavio Augusto.
Con la ayuda mediática  de poderosos medios de comunicación regionales y con la ayuda financiera de los Bárcenas Taifeños de la politiquería autonomista intentaron asentar tan novedosa teoría; un auténtico golpe, una auténtica revolución.
De un plumazo, sí, de un plumazo en una osadía nunca antes conocida desautorizaban a todos los autores latinos que habían subrayado la importancia de la contienda militar  y a todos los expertos en el ejército romano que habían identificado a un mínimo de siete legiones aparte de sus cuerpos auxiliares y de la armada de Aquitania.
Tal despliegue militar, la tan renombrada Guerra Cantábrica, los estudios realizados hasta la fecha por diferentes autores tanto nacionales como extranjeros eran pura fanfarria y ellos por fin   nos habían desvelado la verdad que estaba oculta. Claro que sin mover el culo de sus mullidas cátedras pues odian el trabajo de campo y las inclemencias metereológicas.
Así se forjó desde una revolución propagandística nunca antes conocida y como muy bien define Cubría Mirapeix el Santo Sanedrín ramplón y recalcitrante del quiste revolucionario cantoblanquiano.   
No siempre las revoluciones son buenas. Hay muchos ejemplos en la historia. Afortunadamente ésta revolución ha durado poco. No ha tenido mucho recorrido y  ha sido abortada.
El agua ha vuelto a su cauce y el consenso sobre la cuestión anterior a la "revolución cantoblanquiana" ha vuelto a asentarse ésta vez renovado y ampliado por los eficaces trabajos de campo efectuados por E. Peralta Labrador y sus colaboradores.

LA BATALLA DEL CASTRO DE LA LOMA
 Evidencias arqueológicos en el norte de Palencia
Nada se conocía arqueológicamente sobre estas guerras hasta hace poco. En los últimos años, gracias a las prospecciones del investigador Miguel Angel Fraile, del arqueólogo Manuel García Alonso y de Eduardo Peralta y su equipo en el territorio de los antiguos cántabros, se han ido descubriendo en el norte de la provincia de Palencia, en Cantabria y en el norte de Burgos una serie de yacimientos de excepcional importancia. En ellos se han podido documentar algunos de los principales teatros de operaciones de las guerras cántabras. Paralelamente, un equipo de arqueólogos asturianos ha descubierto e investigado otras evidencias militares del mismo período correspondientes a las campañas contra los astures.
                                          Imagen del castro palentino E. Peralta Labrador

Las evidencias de los combates
El dispositivo de asedio romano aisló por completo al castro cántabro del mundo exterior encerrando a los sitiados e impidiendo la llegada de socorros desde el exterior. No sabemos cuanto tiempo duró. Lo que si se ha podido descubrir a través del registro arqueológico es que los cántabros no fueron reducidos por hambre como los numantinos, sino que el ejército romano hubo de expugnar la plaza mediante un asalto que se produjo en el punto más débil de las fortificaciones cántabras: la esquina en ángulo de las murallas situada frente al campamento romano principal.
En la ladera de subida a este punto ha aparecido una cierta cantidad de tachuelas de las caligae que documenta el paso de una tropa numerosa, pero más expresivas son las numerosísimas puntas de flecha encontradas en la cara exterior del derrumbe de la muralla. La dispersión de las puntas de flecha de hierro se concentra en el ángulo de la muralla que comentamos. La mayoría son de tres aletas con espiga, aunque las hay de otras tipologías. En total han aparecido en todos los yacimientos del asedio más de cuatrocientas puntas de flecha, lo que hace de esta colección de La Loma la más completa de todo el Imperio Romano.
Esta lluvia de proyectiles lanzados por los arqueros (sagittarii) y por las catapultas para desalojar a los defensores de las murallas debió producirse en el momento del asalto al tiempo que las cohortes avanzaban probablemente por delante adoptando la formación de “tortuga” (testudo) y superaban las defensas enemigas con escalas y otros artilugios. El combate parece haber sido encarnizado: la cara exterior de la muralla fue destruida y hay un potente nivel de incendio tanto en el talud de la muralla como en el foso. Desde las murallas los cántabros arrojaron contra los asaltantes cantos rodados de diverso tamaño con hondas o con la mano, pues han aparecido piezas de este tipo tanto en el foso como fuera de las murallas

En el interior del castro, junto al punto de la muralla donde se produjo el asalto, se ha documentado un incendio en el que aparecieron dos extremidades inferiores humanas en conexión, de un individuo de unos 20 años y constitución fuerte. El sector de la muralla situado frente al campamento fue intencionalmente arrasado hasta los cimientos, probablemente por los romanos para hacer inservible el recinto defensivo.
Es posible que antes de sucumbir los cántabros intentasen romper el cerco o asaltar en algún momento el campamento romano principal. En este sentido son elocuentes las numerosas puntas de flecha disparadas contra el campamento situado en la ladera que da frente al castro, así como los tres proyectiles de catapulta con la punta doblada, uno de ellos hincado en el suelo e inclinado con una trayectoria que indica que fue disparado contra el interior del campamento desde el castro indígena o desde la línea romana de circunvalación. ¿Utilizaron los cántabros alguna catapulta tipo scorpio capturada al enemigo en alguna escaramuza antes del cerco?. Las evidencias de lucha en el interior del campamento también permiten plantear que los proyectiles de catapulta fuesen lanzados desde las torres de la circunvalación y del propio campamento romano contra los posibles asaltantes, que tal vez intentaron impedir la terminación de las obras de fortificación romana al principio del asedio o que se lanzaron desesperadamente a un combate final al término de este episodio bélico.

                                                     En la imagen de arriba Tte Coronel Jiménez Moyano
                                                              
LA BATALLA DEL MONTE CURRIECHOS

Hispania fue un Vietnam centenario para los romanos, afirma el teniente coronel Moyano
El militar analizó en Carabanzo las armas halladas en las excavaciones de la Carisa, "un punto de ajetreo bélico".
  Hispania fue para los romanos el equivalente a Vietnam para los Estados Unidos dos mil años después. Al menos así lo considera el Teniente Coronel del Ejército de Tierra Francisco Jiménez Moyano, que analizó ayer en Carabanzo, dentro del ciclo de charlas sobre La Carisa, los restos de armamento que se han recuperado en el enclave, concretamente en el entorno de Curriel.los. Entre otros detalles, el experto aseguró que la Carisa fue escenario de algunos enfrentamientos en los que las legiones romanas contaban con el apoyo de otros pueblos que ya habían conquistado.
 Se sabe poco de la guerra astur-cántabra, por falta de documentación, pero Moyano aseguró que fue la ocasión perfecta para que Roma demostrara su organización, visión estratégica y poder. «Muy probablemente actuaron ocho o nueve legiones más un numero indeterminado, pero numeroso, de fuerzas auxiliares», señaló. En la Carisa, a razón de los hallazgos de armamento, se sabe a ciencia cierta que los legionarios no estaban solos: «Al menos tuvo que combatir una cohorte auxiliar de honderos», destacó Moyano. 
 Las hondas no eran propias del ejército romano y abundaban en el entorno de Curriel.los. La excavación también sacó a la luz otras piezas que si eran propias de las legiones: como pilum o catapultarium, una especia de catapulta que disparaba lanzas. «La Carisa fue, con total seguridad, un punto de ajetreo bélico. La forma de construcción de Curriel.los demuestra, además, que creció de forma apurada para defenderse ante una crisis», explicó el Teniente Coronel.

Los astures pusieron cierta resistencia pero, finalmente, resultaron vencidos en el año 25 antes de Cristo. No fue una conquista fácil y los romanos tuvieron la ayuda de una tribu que traicionó a los astures y contó sus planes a los romanos. Terminó así un episodio de un gran enfrentamiento. Según el experto, «Hispania fue un Vietnam centenario para la juventud romana. Augusto no estaba por la labor de hacer una guerra interminable. Resuelto a ganar, desplegó a 50.000 o 60.000 legionarios y miles de auxiliares».

LA BATALLA DEL MONTE BERNORIO 


El yacimiento de Monte Bernorio es uno de los más importantes de la Edad del Hierro en el norte de la Península Ibérica. Por su estratégico emplazamiento, este oppidum tuvo un importante papel en la guerra de conquista que el Emperador Augusto desarrolló contra los territorios de Cántabros y Ástures.

 EL ASALTO ROMANO AL CASTRO LLAGÚ
 A finales del siglo I a.C., tras un incendio generalizado, que no afectó a continuidad de su hábitat ni a los rasgos principales de éste, (casas de planta redonda, murallas de módulos…), se documentó una remodelación completa de sus murallas, que incluye caminos de ronda interiores con escaleras, cambia su entrada escalonada y oblicua al lienzo amurallado por otra perpendicular y escalonada, construye una gran torre de planta redonda, con 7 metros de diámetro y adjunta, a ésta, una habitación pavimentada con bancos corridos que interpretamos como cuerpo de guardia y, posiblemente, bateria artillera 46. Los materiales asociados a esta fase de ocupación apoyan su consideración como el acuartelamiento de algún destacamento de caballeria auxiliar celtibérica. Seria un ejemplo del “ejército oculto” de Carlos Fabiao 47.
45 Berrocal- Rangel et alii 2001.
46 ibid. 107-sq
47 Fabiao 2007, “Roman Army”, p.121.


EL ASALTO AL CASTRO DE LA ESPINA DEL GALLEGO 




Las sucesivas campañas de excavación arqueológica que se están llevando a cabo en el yacimiento de Santa Marina en Monte Ornedo (Valdeolea) han permitido comprobar que el castro que se levantó en el lugar, con una extensión de 19 hectáreas, constituyó el poblado fortificado de la etapa prerromana más extenso que se conoce en Cantabria.
Las prospecciones realizadas arqueológicas han puesto al descubierto que en la falda este del monte pudo haberse desarrollado un episodio de enfrentamiento inscrito en las Guerras Cántabras.
Una teoría que, según ha informado el Gobierno de Cantabria en un comunicado, avalan los materiales bélicos; los objetos metálicos rotos pertenecientes a la indumentaria, como las fíbulas con que se sujetaban los mantos a las túnicas, un remate de un distintivo de caballería de raigambre indígena, placas, etcétera, concentrados en una zona muy concreta, en las inmediaciones de la puerta incendiada del castro.
La destrucción de la muralla de piedra del gran poblado prerromano guarda relación, además, explica el Ejecutivo, con la creación de nuevas fortificaciones de campaña que responden a la técnica militar romana: dobles fosos excavados en el terreno y contrafosos o parapetos de tierra que se alzaban con el material extraído de los fosos, delatan la presencia de las tropas romanas.
Se trata de una técnica "inequívoca" para los investigadores: los terraplenes de tierra superaban los cuatro metros de altura desde la base del foso, y se remataban con empalizadas. En lo alto los legionarios vigilaban y defendían la posición si fuera preciso ante un eventual ataque. Las dataciones de carbono 14 han permitido comprobar también que se trata de fortificaciones del momento de las Guerras Cántabras.
Entre los años 26 y 25 a.C. se desarrollaron las ofensivas romanas mejor conocidas, siendo la primera de estas campañas comandada directamente por el emperador Augusto, por lo que se tiende a aceptar su presencia en el teatro de las operaciones de territorio cántabro.
Clavijas de las tiendas de campaña o los clavos de las sandalias de los legionarios son algunos de los objetos que se han recuperado durante los trabajos, pero también un puñal con remaches de plata o un proyectil incendiario de catapulta.
Todo parece indicar que el castro cántabro fue tomado al asalto e incendiado y que, sobre el lugar, se estableció un campamento de campaña. Posteriormente, pudo quedar una guarnición más estabilizada durante un tiempo no determinado. Las fortificaciones muestran dos fases, la de campaña temporal, que levantó estructuras de tierra, y otra posterior en la que las defensas se protegieron con un paramento exterior de piedra.
Otras evidencias
Todas estas nuevas evidencias sobre la presencia de las legiones romanas en la zona se suman a las que ya existían. En particular, a los hallazgos de prácticamente una veintena de términos augustales, los mojones que deslindaban los prados de la Legión IV Macedónica y el territorio de la ciudad de Julióbriga. Tres de ellos aparecieron a finales del siglo XIX como parte del material de construcción de la ermita dedicada a Santa Marina que daba nombre al monte.
Comúnmente se acepta que la legión se estableció en tierras palentinas, quizá en Herrera de Pisuerga, por lo que se podría relacionar a Santa Marina con Julióbriga, teoría que no puede darse aún por confirmada, pero que ahora cuenta con nuevos argumentos de apoyo a juzgar por los hallazgos del castro amurallado y del campamento y la guarnición romanos.
A los pies del monte, el yacimiento romano de Camesa-Rebolledo va viendo también progresar las excavaciones arqueológicas en el marco del mismo proyecto de investigación. Se trata del núcleo romano de población civil que sucede al castro durante los tres primeros siglos de la era cristiana.
El proyecto de investigación arqueológica se desarrolla en el marco de un Taller de Empleo de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo y el Ayuntamiento de Valdeolea, coordinado con la Consejería de Educación, Cultura y Deporte, a través del Museo de Prehistoria y Arqueología.



Los pobladores del castro de Ribadumia lo abandonaron en el siglo I al ser incendiado

El carbono 14 demuestra que el apogeo de este yacimiento fue hace 2.130 años 

 

 A.TOURIÑO ? RIBADUMIA El carbono 14 prueba que el castro de Besomaño alcanzó su máximo esplendor hace 2.130 años (55 años arriba o abajo). La prueba se repitió ayer en la visita oficial a las excavaciones y refuta una por una la teoría de los arqueólogos que datan este recinto entre los siglos II. antes de Cristo y el I de la presente Era.
Nada quedó para la improvisación en este paseo oficial a la segunda fase de las excavaciones, tanto que Rafael Louzán, presidente de la Diputación, está dispuesto no solo a mantener este equipo hasta finales de año sino que incluso quiere que el proyecto se amplíe a todo 2012.
La propuesta no es de extrañar pues cada día se sabe más de aquellos "mouros" que ocuparon una de las principales atalayas sobre la ría de Arousa hace más de dos milenios.
Rafael Rodríguez, director de esta segunda fase de la excavación ya tiene las teorías más claras. Por de pronto espeta que los pobladores del Monte do Castro abandonaron precipitadamente el lugar a causa de un incendio intencionado.
"No sabemos si el fuego duró dos horas o un día, pero si comprobamos que hay restos de ceniza en todas las estructuras de las viviendas que estamos sacando a la luz", explicó a los presentes, entre ellos Salomé Peña.
Aunque todo son hipótesis de trabajo, Rafael Rodríguez cree que fue un incendio intencionado pues era el sistema que se empleaba en aquella lejana época cuando se pretendía acabar con una población que podría ser dominante, como era el caso de Ribadumia.
De hecho, en estos meses se han encontrado numerosas pruebas documentales que permiten llegar a la conclusión de que el castro de Besomaño era preeminente, no solo por su estratégica situación sino por la estructura urbanística que presenta.
Llama especialmente la atención que el poblado era fortificado y que todo su perímetro fuera cerrado con un importante muro de mampostería de un metro y medio de alto como mínimo, por otro tanto de ancho.
La muralla está apareciendo en esta fase de la excavación y se sabe que tenía suficiente altura por el hecho de que se han encontrado dos peldaños que permitían escalar al nivel superior. En la parte este del recinto, este muro es espectacular ya que se encuentra a gran altura, lo que disuadiría a cualquiera que pretendiese entrar en el poblado.
Aunque solo se ha sacado a la luz una parte de la muralla, los expertos entienden que el cierre era de todo el recinto, protegido también por parapetos de tierra y fosos de gran altura en toda su extensión.
Si este es el gran descubrimiento arquitectónico de esta segunda fase, las excavaciones que se llevan a cabo también sacan a relucir otras múltiples edificaciones en todo el interior.
La obra más sorprendente es la "casa patio" que se encuentra en la zona media del yacimiento. Se trata de un inmueble de unos tresciento metros cuadrados de superficie con una distribución por habitaciones, con cocina, cuadras, almacén y un patio exterior de bastante amplitud. Este estilo de casa es única en Galicia y la más próxima similar se encuentra en Taramundi (Asturias). Solía ser empleada por un jefe de la tribu o una persona adinerada de la época. Una vivienda similar se encuentra en la zona baja. Se trata de una "unidad habitacional" aunque ésta carece de patio.
Las demás cabañas tienen idéntica estructura a la de otros castros gallegos como el de Campo Lameiro, el de A Lanzada o el de Castro Landín en Cuntis.
Los expertos reconocen que se trata de un recinto "muy potente" que dominaba el Val do Umia aunque de momento no se puede comparar a otros castros de la categoría del San Cibrán de Lás, cerca de O Carballiño, en Ourense.
Si las estructuras urbanísticas son importantes, los nuevos hallazgos de cerámica, joyas, aperos, tarros de cocina o cerámicas ornamentales también llaman la atención de los expertos en la materia.
La pieza reciente que más llamó la atención es una dolabra romana. Se trata de un arma que tiene la forma de un pico pero que empleaban los legionarios en combates y contiendas, sobre todo en el centro de Europa. Este tipo de armas eran frecuentes entre el siglo V y IX antes de Cristo, lo que demuestra que podría ser una reliquia de alguno de los pobladores, guardada de generación en generación.
También se encontró un pico tradicional en yacimientos arqueológicos de batalla, así como monedas romanas y numerosos fragmentos de piezas de cerámica.
Entre los objetos ornamentales o rituales más llamativos se encuentra el colgante en cuarcita que en forma de media luna o de cuerno de jabalí pudo haber sido el amuleto de un guerrero.
Respecto a la cerámica es muy abundante y se encuentran restos de vajillas, ánforas, recipientes para vino o cerveza y de grano, así como objetos decorativos que solían emplear en épocas de la romanización para grandes fiestas.
De hecho se recuperaron trozos de una pieza del tamaño de una fuente, muy labrada, y que según Rafael Rodríguez solía exhibirse en ceremonias muy especiales.
Recientemente se encontraron otros elementos, algunos tan singulares que ya han sido llevadas al Museo de Pontevedra, donde se exhibirán a partir de ahora.
Otro de los descubrimientos importantes son restos óseos de la época, si bien precisan de un estudio más riguroso.

 Estimados amigos. Éste artículo aún está en construcción y sólo es una primicia donde vds pueden comprobar la magnitud de sus descomunales mentiras acerca de una conquista incruenta y bla bla bla. Toda la palabrería falsaria de las tropas paracaidistas de Cantoblanco.

CONTINUARÁ. ARTÍCULO EN CONSTRUCCIÓN


 

 


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