"Mi admiración por este largo y obstinado caminar por la estrecha senda del rigor que, más allá de la evidencia, no admite concesiones a la especulación ni a la teoría, es lo que me ha hecho aceptar con agradecimiento esta modesta colaboración prologal, como homenaje a todos y cada uno de los autores y siempre desde la perspectiva aséptica del reconocimiento del trabajo obstinado y bien hecho, que culmina con la publicación de este tratado: CASTROS Y CASTRA EN CANTABRIA , que es una obra esperada, deseada y necesaria. Llena el vacío monográfico-recopilatorio de una temática hasta ahora esporádica, dispersa y propicia a la controversia. En aspectos concretos, rompe el cisma de la, hasta ahora, bastante aceptada segregación de la Cantabria de la Edad del Hierro, en una vertiente sur, mesetaria e "iberizada", frente a la norte, más desfavorecida, atrasada y troglodita; a imagen de las dos Asturias -cismontana y trasmontana- que trasmiten los autores latinos. De igual modo, la realidad y presencia de importantes campamentos romanos, en descubrimientos y estudios impulsados por E. Peralta y sus colaboradores, desmonta la terca minimización de las Guerras Cántabras, defendida desde las trincheras de algunos de los más recalcitrantes santones de la oficialidad enquistada".
José Mª Cubría Mirapeix
Presidente Honorario de la Federación ACANTO de asociaciones
en defensa del Patrimonio Cultural y Natural de Cantabria
Comentario a la trascripción del prólogo de CASTROS Y CASTRA EN CANTABRIA: Estimados amigos, lectores y seguidores ¿recuerdan Vds ésto? CARMEN FDEZ OCHOA
"En este trabajo pretendemos contestar a algunas incorrecciones y distorsiones en nuestra hipótesis sobre la conquista de Cantabria que se deslizan en un reciente artículo (PERALTA, 2004), tratando de situar las mismas en su justo término y contestar las críticas vertidas desde el máximo respecto científico."
La Comandante en Jefe de la Fuerza Paracaidista de Cantoblanco hablaba de una conquista incruenta de las poblaciones hispanas englobadas bajo el nombre de Cántabros y Astures, negaba las fuentes latinas de la época achacando el contenido de las mismas a un deseo propagandístico de los cronistas romanos para realzar la figura del emperador Octavio Augusto.
Con la ayuda mediática de poderosos medios de comunicación regionales y con la ayuda financiera de los Bárcenas Taifeños de la politiquería autonomista intentaron asentar tan novedosa teoría; un auténtico golpe, una auténtica revolución.
De un plumazo, sí, de un plumazo en una osadía nunca antes conocida desautorizaban a todos los autores latinos que habían subrayado la importancia de la contienda militar y a todos los expertos en el ejército romano que habían identificado a un mínimo de siete legiones aparte de sus cuerpos auxiliares y de la armada de Aquitania.
Tal despliegue militar, la tan renombrada Guerra Cantábrica, los estudios realizados hasta la fecha por diferentes autores tanto nacionales como extranjeros eran pura fanfarria y ellos por fin nos habían desvelado la verdad que estaba oculta. Claro que sin mover el culo de sus mullidas cátedras pues odian el trabajo de campo y las inclemencias metereológicas.
Así se forjó desde una revolución propagandística nunca antes conocida y como muy bien define Cubría Mirapeix el Santo Sanedrín ramplón y recalcitrante del quiste revolucionario cantoblanquiano.
No siempre las revoluciones son buenas. Hay muchos ejemplos en la historia. Afortunadamente ésta revolución ha durado poco. No ha tenido mucho recorrido y ha sido abortada.
El agua ha vuelto a su cauce y el consenso sobre la cuestión anterior a la "revolución cantoblanquiana" ha vuelto a asentarse ésta vez renovado y ampliado por los eficaces trabajos de campo efectuados por E. Peralta Labrador y sus colaboradores.
LA BATALLA DEL CASTRO DE LA LOMA
Evidencias arqueológicos en el norte de Palencia
Nada se conocía arqueológicamente sobre estas guerras hasta hace poco. En los últimos años, gracias a las prospecciones del investigador Miguel Angel Fraile, del arqueólogo Manuel García Alonso y de Eduardo Peralta y su equipo en el territorio de los antiguos cántabros, se han ido descubriendo en el norte de la provincia de Palencia, en Cantabria y en el norte de Burgos una serie de yacimientos de excepcional importancia. En ellos se han podido documentar algunos de los principales teatros de operaciones de las guerras cántabras. Paralelamente, un equipo de arqueólogos asturianos ha descubierto e investigado otras evidencias militares del mismo período correspondientes a las campañas contra los astures.
Imagen del castro palentino E. Peralta Labrador
Las evidencias de los combates
El dispositivo de asedio romano aisló por completo al castro cántabro del mundo exterior encerrando a los sitiados e impidiendo la llegada de socorros desde el exterior. No sabemos cuanto tiempo duró. Lo que si se ha podido descubrir a través del registro arqueológico es que los cántabros no fueron reducidos por hambre como los numantinos, sino que el ejército romano hubo de expugnar la plaza mediante un asalto que se produjo en el punto más débil de las fortificaciones cántabras: la esquina en ángulo de las murallas situada frente al campamento romano principal.
En la ladera de subida a este punto ha aparecido una cierta cantidad de tachuelas de las caligae que documenta el paso de una tropa numerosa, pero más expresivas son las numerosísimas puntas de flecha encontradas en la cara exterior del derrumbe de la muralla. La dispersión de las puntas de flecha de hierro se concentra en el ángulo de la muralla que comentamos. La mayoría son de tres aletas con espiga, aunque las hay de otras tipologías. En total han aparecido en todos los yacimientos del asedio más de cuatrocientas puntas de flecha, lo que hace de esta colección de La Loma la más completa de todo el Imperio Romano.
Esta lluvia de proyectiles lanzados por los arqueros (sagittarii) y por las catapultas para desalojar a los defensores de las murallas debió producirse en el momento del asalto al tiempo que las cohortes avanzaban probablemente por delante adoptando la formación de “tortuga” (testudo) y superaban las defensas enemigas con escalas y otros artilugios. El combate parece haber sido encarnizado: la cara exterior de la muralla fue destruida y hay un potente nivel de incendio tanto en el talud de la muralla como en el foso. Desde las murallas los cántabros arrojaron contra los asaltantes cantos rodados de diverso tamaño con hondas o con la mano, pues han aparecido piezas de este tipo tanto en el foso como fuera de las murallas
En el interior del castro, junto al punto de la muralla donde se produjo el asalto, se ha documentado un incendio en el que aparecieron dos extremidades inferiores humanas en conexión, de un individuo de unos 20 años y constitución fuerte. El sector de la muralla situado frente al campamento fue intencionalmente arrasado hasta los cimientos, probablemente por los romanos para hacer inservible el recinto defensivo.
Es posible que antes de sucumbir los cántabros intentasen romper el cerco o asaltar en algún momento el campamento romano principal. En este sentido son elocuentes las numerosas puntas de flecha disparadas contra el campamento situado en la ladera que da frente al castro, así como los tres proyectiles de catapulta con la punta doblada, uno de ellos hincado en el suelo e inclinado con una trayectoria que indica que fue disparado contra el interior del campamento desde el castro indígena o desde la línea romana de circunvalación. ¿Utilizaron los cántabros alguna catapulta tipo scorpio capturada al enemigo en alguna escaramuza antes del cerco?. Las evidencias de lucha en el interior del campamento también permiten plantear que los proyectiles de catapulta fuesen lanzados desde las torres de la circunvalación y del propio campamento romano contra los posibles asaltantes, que tal vez intentaron impedir la terminación de las obras de fortificación romana al principio del asedio o que se lanzaron desesperadamente a un combate final al término de este episodio bélico.
En la imagen de arriba Tte Coronel Jiménez Moyano
LA BATALLA DEL MONTE CURRIECHOS
Hispania fue un Vietnam centenario para los romanos, afirma el teniente coronel Moyano
El militar analizó en Carabanzo las armas halladas en las excavaciones de la Carisa, "un punto de ajetreo bélico".
Hispania fue para los romanos el equivalente a Vietnam para los Estados Unidos dos mil años después. Al menos así lo considera el Teniente Coronel del Ejército de Tierra Francisco Jiménez Moyano, que analizó ayer en Carabanzo, dentro del ciclo de charlas sobre La Carisa, los restos de armamento que se han recuperado en el enclave, concretamente en el entorno de Curriel.los. Entre otros detalles, el experto aseguró que la Carisa fue escenario de algunos enfrentamientos en los que las legiones romanas contaban con el apoyo de otros pueblos que ya habían conquistado.
Se sabe poco de la guerra astur-cántabra, por falta de documentación, pero Moyano aseguró que fue la ocasión perfecta para que Roma demostrara su organización, visión estratégica y poder. «Muy probablemente actuaron ocho o nueve legiones más un numero indeterminado, pero numeroso, de fuerzas auxiliares», señaló. En la Carisa, a razón de los hallazgos de armamento, se sabe a ciencia cierta que los legionarios no estaban solos: «Al menos tuvo que combatir una cohorte auxiliar de honderos», destacó Moyano.
Las hondas no eran propias del ejército romano y abundaban en el entorno de Curriel.los. La excavación también sacó a la luz otras piezas que si eran propias de las legiones: como pilum o catapultarium, una especia de catapulta que disparaba lanzas. «La Carisa fue, con total seguridad, un punto de ajetreo bélico. La forma de construcción de Curriel.los demuestra, además, que creció de forma apurada para defenderse ante una crisis», explicó el Teniente Coronel.
Los astures pusieron cierta resistencia pero, finalmente, resultaron vencidos en el año 25 antes de Cristo. No fue una conquista fácil y los romanos tuvieron la ayuda de una tribu que traicionó a los astures y contó sus planes a los romanos. Terminó así un episodio de un gran enfrentamiento. Según el experto, «Hispania fue un Vietnam centenario para la juventud romana. Augusto no estaba por la labor de hacer una guerra interminable. Resuelto a ganar, desplegó a 50.000 o 60.000 legionarios y miles de auxiliares».
LA BATALLA DEL MONTE BERNORIO
El yacimiento de Monte Bernorio es uno de los más importantes de la
Edad del Hierro en el norte de la Península Ibérica. Por su estratégico
emplazamiento, este oppidum tuvo un importante papel en la guerra de
conquista que el Emperador Augusto desarrolló contra los territorios de
Cántabros y Ástures.
EL ASALTO ROMANO AL CASTRO LLAGÚ
EL ASALTO ROMANO AL CASTRO LLAGÚ
A finales del siglo I a.C., tras un incendio
generalizado, que no afectó a continuidad de su hábitat ni a los rasgos
principales de éste, (casas de planta redonda, murallas de módulos…),
se documentó una remodelación completa de sus murallas, que incluye
caminos de ronda interiores con escaleras, cambia su entrada escalonada y
oblicua al lienzo amurallado por otra perpendicular y escalonada,
construye una gran torre de planta redonda, con 7 metros de diámetro y
adjunta, a ésta, una habitación pavimentada con bancos corridos que
interpretamos como cuerpo de guardia y, posiblemente, bateria artillera
46. Los materiales asociados a esta fase de ocupación apoyan su
consideración como el acuartelamiento de algún destacamento de
caballeria auxiliar celtibérica. Seria un ejemplo del “ejército oculto”
de Carlos Fabiao 47.
45 Berrocal- Rangel et alii 2001.
46 ibid. 107-sq
47 Fabiao 2007, “Roman Army”, p.121.
EL ASALTO AL CASTRO DE LA ESPINA DEL GALLEGO
A.TOURIÑO ? RIBADUMIA
El carbono 14 prueba que el castro de Besomaño alcanzó su máximo
esplendor hace 2.130 años (55 años arriba o abajo). La prueba se repitió
ayer en la visita oficial a las excavaciones y refuta una por una la
teoría de los arqueólogos que datan este recinto entre los siglos II.
antes de Cristo y el I de la presente Era.
45 Berrocal- Rangel et alii 2001.
46 ibid. 107-sq
47 Fabiao 2007, “Roman Army”, p.121.
EL ASALTO AL CASTRO DE LA ESPINA DEL GALLEGO
Las sucesivas campañas de excavación arqueológica que se
están llevando a cabo en el yacimiento de Santa Marina en Monte Ornedo
(Valdeolea) han permitido comprobar que el castro que se levantó en el
lugar, con una extensión de 19 hectáreas, constituyó el poblado
fortificado de la etapa prerromana más extenso que se conoce en
Cantabria.
Las prospecciones realizadas arqueológicas han puesto al
descubierto que en la falda este del monte pudo haberse desarrollado un
episodio de enfrentamiento inscrito en las Guerras Cántabras.
Una teoría que, según ha informado el Gobierno de Cantabria en un comunicado, avalan los materiales bélicos;
los objetos metálicos rotos pertenecientes a la indumentaria, como las
fíbulas con que se sujetaban los mantos a las túnicas, un remate de un
distintivo de caballería de raigambre indígena, placas, etcétera,
concentrados en una zona muy concreta, en las inmediaciones de la puerta
incendiada del castro.
La destrucción de la muralla de piedra del gran poblado
prerromano guarda relación, además, explica el Ejecutivo, con la
creación de nuevas fortificaciones de campaña que responden a la técnica
militar romana: dobles fosos excavados en el terreno y contrafosos o
parapetos de tierra que se alzaban con el material extraído de los
fosos, delatan la presencia de las tropas romanas.
Se trata de una técnica "inequívoca" para los
investigadores: los terraplenes de tierra superaban los cuatro metros de
altura desde la base del foso, y se remataban con empalizadas. En lo
alto los legionarios vigilaban y defendían la posición si fuera preciso
ante un eventual ataque. Las dataciones de carbono 14 han permitido
comprobar también que se trata de fortificaciones del momento de las
Guerras Cántabras.
Entre los años 26 y 25 a.C. se desarrollaron las ofensivas
romanas mejor conocidas, siendo la primera de estas campañas comandada
directamente por el emperador Augusto, por lo que se tiende a aceptar su
presencia en el teatro de las operaciones de territorio cántabro.
Clavijas de las tiendas de campaña o los clavos de las
sandalias de los legionarios son algunos de los objetos que se han
recuperado durante los trabajos, pero también un puñal con remaches de
plata o un proyectil incendiario de catapulta.
Todo parece indicar que el castro cántabro fue tomado al
asalto e incendiado y que, sobre el lugar, se estableció un campamento
de campaña. Posteriormente, pudo quedar una guarnición más estabilizada
durante un tiempo no determinado. Las fortificaciones muestran dos
fases, la de campaña temporal, que levantó estructuras de tierra, y otra
posterior en la que las defensas se protegieron con un paramento
exterior de piedra.
Otras evidencias
Todas estas nuevas evidencias
sobre la presencia de las legiones romanas en la zona se suman a las
que ya existían. En particular, a los hallazgos de prácticamente una
veintena de términos augustales, los mojones que deslindaban los prados
de la Legión IV Macedónica y el territorio de la ciudad de Julióbriga.
Tres de ellos aparecieron a finales del siglo XIX como parte del
material de construcción de la ermita dedicada a Santa Marina que daba
nombre al monte.
Comúnmente se acepta que la legión se estableció en tierras
palentinas, quizá en Herrera de Pisuerga, por lo que se podría
relacionar a Santa Marina con Julióbriga, teoría que no puede darse aún
por confirmada, pero que ahora cuenta con nuevos argumentos de apoyo a
juzgar por los hallazgos del castro amurallado y del campamento y la
guarnición romanos.
A los pies del monte, el yacimiento romano de
Camesa-Rebolledo va viendo también progresar las excavaciones
arqueológicas en el marco del mismo proyecto de investigación. Se trata
del núcleo romano de población civil que sucede al castro durante los
tres primeros siglos de la era cristiana.
El proyecto de investigación arqueológica se desarrolla en
el marco de un Taller de Empleo de la Consejería de Economía, Hacienda y
Empleo y el Ayuntamiento de Valdeolea, coordinado con la Consejería de
Educación, Cultura y Deporte, a través del Museo de Prehistoria y
Arqueología.
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