Cuatro años de cárcel para un profesor de la UAM que abusó de dos alumnas
El Juzgado de lo Penal número 4 de Algeciras ha condenado a tres años
y ocho meses de prisión a un profesor de Antropología de la Universidad
Autónoma de Madrid (UAM) que abusó sexualmente de dos alumnas, a las
que abordó cuando dormían durante unas prácticas en un paraje de San
Roque (Cádiz).
Los hechos ocurrieron hace seis años, pero la sentencia ha llegado ahora para este profesor, Carlos G.B., que no ha logrado convencer a la juez de Algeciras que ha dictado su sentencia de que actuó en un estado de insomnio o bajo los efectos del alcohol, las dos justificaciones que el docente ha esgrimido durante el proceso.
La sentencia relata que el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, las dos víctimas, junto a otro grupo de alumnos y otra profesora llegaron el 12 de mayo de 2006 a una zona conocida como Pinar del Rey, en San Roque.
El grupo iba a realizar allí una observación de primates en libertad, un ejercicio con el que los alumnos podían optar a subir su nota en el último año de carrera.
Allí se alojaron todos en una casa que disponía de tres habitaciones, en las que se repartieron colocando en el suelo de las mismas sus colchonetas y sacos de dormir.
La sentencia explica que en una de las estancias se colocaron a un lado las dos alumnas que fueron víctimas de los abusos del profesor, y al otro, el docente, la otra profesora y dos alumnas más.
Al día siguiente, el 13 de mayo, tras cenar todos juntos, las dos chicas se acostaron para descansar y "poder afrontar el día que les esperaba a la mañana siguiente y que implicaba un cierto desgaste físico", explica la sentencia, al igual que el resto de los ocupantes de la habitación.
Pero cuando estaban profundamente dormidas, el profesor se levantó de su sitio, se acercó a una de las chicas y se tumbó junto a ella, lo que hizo que ésta se despertara.
La sentencia recoge que ella le preguntó "qué hacía", a lo que el agresor le dijo que "le apetecía dormir allí" e "inmediatamente después la abrazó y, con claro ánimo libidinoso, comenzó a tocarle los pechos", tras lo que la chica se levantó.
Después el profesor se acercó a la otra chica, que también dormía profundamente y no se había percatado de lo sucedido a su compañera.
Ella se despertó al notar que alguien la estaba tocando y vio que se trataba de su profesor, que estaba ya metiendo la mano dentro de su saco de dormir y "recorriendo su cuerpo hasta su cadera mientras la apretaba contra sí con la finalidad de acercarla aún más hacia él".
La chica, añade la sentencia, también se levantó de la colchoneta, aunque el profesor "la agarró de la mano tirándola hacia abajo con la intención de obligarla a volver a su saco".
Tras zafarse, localizó a su compañera "que estaba paralizada por lo ocurrido" y ambas abandonaron la habitación.
En su sentencia la juez María Francisca Lorite explica que descarta la "laguna mental" que ha alegado el profesor en sus explicaciones en el proceso o en el juicio y descarta "de una forma tajante" el hecho de que "tuviera anulada su capacidad intelectiva o volitiva".
Los hechos ocurrieron hace seis años, pero la sentencia ha llegado ahora para este profesor, Carlos G.B., que no ha logrado convencer a la juez de Algeciras que ha dictado su sentencia de que actuó en un estado de insomnio o bajo los efectos del alcohol, las dos justificaciones que el docente ha esgrimido durante el proceso.
La sentencia relata que el profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, las dos víctimas, junto a otro grupo de alumnos y otra profesora llegaron el 12 de mayo de 2006 a una zona conocida como Pinar del Rey, en San Roque.
El grupo iba a realizar allí una observación de primates en libertad, un ejercicio con el que los alumnos podían optar a subir su nota en el último año de carrera.
Allí se alojaron todos en una casa que disponía de tres habitaciones, en las que se repartieron colocando en el suelo de las mismas sus colchonetas y sacos de dormir.
La sentencia explica que en una de las estancias se colocaron a un lado las dos alumnas que fueron víctimas de los abusos del profesor, y al otro, el docente, la otra profesora y dos alumnas más.
Al día siguiente, el 13 de mayo, tras cenar todos juntos, las dos chicas se acostaron para descansar y "poder afrontar el día que les esperaba a la mañana siguiente y que implicaba un cierto desgaste físico", explica la sentencia, al igual que el resto de los ocupantes de la habitación.
Pero cuando estaban profundamente dormidas, el profesor se levantó de su sitio, se acercó a una de las chicas y se tumbó junto a ella, lo que hizo que ésta se despertara.
La sentencia recoge que ella le preguntó "qué hacía", a lo que el agresor le dijo que "le apetecía dormir allí" e "inmediatamente después la abrazó y, con claro ánimo libidinoso, comenzó a tocarle los pechos", tras lo que la chica se levantó.
Después el profesor se acercó a la otra chica, que también dormía profundamente y no se había percatado de lo sucedido a su compañera.
Ella se despertó al notar que alguien la estaba tocando y vio que se trataba de su profesor, que estaba ya metiendo la mano dentro de su saco de dormir y "recorriendo su cuerpo hasta su cadera mientras la apretaba contra sí con la finalidad de acercarla aún más hacia él".
La chica, añade la sentencia, también se levantó de la colchoneta, aunque el profesor "la agarró de la mano tirándola hacia abajo con la intención de obligarla a volver a su saco".
Tras zafarse, localizó a su compañera "que estaba paralizada por lo ocurrido" y ambas abandonaron la habitación.
En su sentencia la juez María Francisca Lorite explica que descarta la "laguna mental" que ha alegado el profesor en sus explicaciones en el proceso o en el juicio y descarta "de una forma tajante" el hecho de que "tuviera anulada su capacidad intelectiva o volitiva".
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