Fue sin duda Vilareyo y Villamil uno de los más altos estandartes de Asturias. Defensor inquebrantable de la nación asturiana como bien dice el Poema de Almería o el anunciado Asturorum Regnum en las crónicas de nuestra monarquía.
Estos dias el alcalde de León arropado por los astures del sur ha dicho basta al expolio castellano que transformó el viejo reino en una provincia con menos habitantes que el concejo de Gijón.
El Consejo Soberano de Asturias y León fue y a donde no llegó nunca la habitual fanfarria de tales o cuales vecinos pirenaicos.
Se ha alzado este alcalde de León como aquellos grandes: el lealísimo Don Vellido Dolfos, el conde asturiano Don Gonzalo Peláez o el emboscado por la malicia castellana Don Bermudo III por señalar algunos distinguidos entre los innumerables defensores de la nación.
Vilareyo y Villamil aquel visionario al que pretendieron ningunear se alza formidable en sus vaticinios y en su vieja determinación.
La Camarilla madrileña que gobierna España desde los tiempos del felón Fernando VII con Ayuso a la cabeza intentarán retrasar lo inevitable cual es la destrucción del engendro de Valladolid.
Queremos saludar al combatiente Vilareyo allá donde quiera que se encuentre. Un auténtico defensor de la nación, un visionario que empequeñece al sanedrín de los pequeños gamberros del nacionalismo asturiano incapaces de nada y cuyo único vector ideológico son las lenguas neolatinas del invasor romano.
Las fronteras de la nación volverán al Duero tarde o temprano y el Astúrico celta resucitará, que nadie lo dude.
